Antes de promediar la semana, las noticias giraban en torno a las muertes de la actriz Romina Yan y de Martín Berardi, un chico de 16 años que había sido secuestrado y que fue cobardemente asesinado por la espalda. Los recuerdos apuntan al caso Blumberg, a Isidro, el hijito de los Piparo, y los innumerables nombres que hoy no están en la memoria colectiva.
No hace falta que el caso haya sido protagonista de una nota, el dolor que invade a la familia de la víctima es único y no requiere apellido, pues, ni nombre propio tiene. ¿Es posible que esa jugada de la vida sea para los padres de quien ya no está solo un momento a superar? El olvido es imposible pero los especialistas indican "métodos" para sobrevivir tras la muerte del ser más especial en la vida de una persona.
La licenciada Ofelia Salgueiro -MN 33700-, integrante del equipo profesional
INEPA, asegura que "si bien uno nunca está preparado para el fallecimiento de un ser querido y para estos momentos no hay palabras de consuelo, hay leyes naturales que van preparando para tal acontecimiento pero cuando altera el orden natural es más difícil de asimilar, entender, procesar y aceptar, justamente porque rompe con la ley natural donde se espera que primero fallezcan los abuelos, padres e hijos, cuando hay una alteración en este orden es difícil de asimilar ymas aún cuando se trata de una persona joven porque no se espera tal desencadenante".
La muerte de un hijo es algo intolerable que quizás pueda ser consolada si ese hijo dejó descendencia: Salgueiro opina que "los nietos pueden ayudar a dar la energía para continuar. Generalmente cuando se produce una muerte repentina y no quedan hijos o hermanos puede uno perder el sentido de su vida y por lo tanto enfermarse o morirse. Que queden personas a las cuales seguir cuidando ayuda a no perder de vista el por qué vivir. Como decía Victor Frankl, si uno tiene un por qué vivir, encuentra un cómo".
Para un padre que pierde a un hijo, ¿cambia el dolor en caso de que la muerte haya sido natural o por homicidio?
Si bien en el caso de fallecimiento por muerte natural y homicidio, el dolor de no tener más a la persona querida es el mismo, son muy distintos los sentimientos que quedan. En el caso de homicidio uno quiere encontrar al responsable, siente mucha rabia e impotencia, se pueden despertar sentimientos de venganza, querer hacer justicia y encontrar al culpable. En el caso de muerte natural, no hay culpables ni responsables.
En ambos casos es de suma necesidad la contención y afecto de los seres queridos como así también hacer un proceso de psicoterapia para evitar el duelo patológico. La psicoterapia y ayudar a elaborar esta situación de duelo y encontrarle un nuevo sentido a la vida .
"Cristian es mi primer y último pensamiento"
Elvira Torres , integrante de la asociación "Madres del dolor" es mamá de Cristian Gómez, quien en 2001 fue víctima del "gatillo fácil" en el episodio conocido como el "triple crímen de Floresta".
Elvira recordó ante este medio cómo fue el instante en que supo que su hijo había dejado de existir: "¡Fue un momento terrible! Uno queda sockeado. Durante largo tiempo me quedaba mirando la puerta, esperando que Cristian entre, que llegue a casa".
El "triple crimen" sucedió el 29 de diciembre de 2001, allí Gómez y sus amigos fueron baleados por el policía retirado, Juan de Dios Velaztiky, quién fue condenado a reclusión perpetua en marzo de 2003, sentando este caso precedente al condenar a un uniformado.
Esa pronta respuesta por parte de la Justicia fue para Elvira algo diferente, a lo que vivieron el resto de las familias que aún no vieron el dictamen final contra quienes terminaron con la vida de sus queridos hijos: "Cuando esto pasó las tres familias nos unimos y acompañamos para buscar justicia , y el apoyo de la gente en nuestras multitudinarias marchas logró que pronto la encontremos"-recuerda- "pero a partir de ahí vino el duelo. Antes estaba ocupada en buscar justicia y no me daba cuenta de nada, pero a partir de ahí fue diferente".
Elvira contó que la unión que logró con los familiares de los amigos de Cristian fue fundamental en esos días. Hoy lo que la sostiene es el trabajo que realiza en la Asociación junto a las otras madres y el amor incondicional que cada día recibe de las dos hermanas de Cristian.
"El dolor lo voy a sentir mientras viva, pero yo estoy viva y tengo dos hijas y un marido. Pero cada día, Cristian es con quien me acuesto y levanto, él es mi primer y último pensamiento".
Seguramente las palabras de Elvira reflejan lo que hoy miles de padres viven ante la habitación vacía, ante la falta de sonido de una voz, que extrañarán hasta que llegue su último suspiro, momento en que quizás les vuelva la felicidad al saber que ya no falta mucho para tenerlo otra vez entre sus brazos.
Fuente: Infobae