En la cita del 4 de noviembre, cuando se renovarán 33 de los 100 escaños del Senado y las 435 bancas de la Cámara de Representantes, los demócratas buscaran al menos mantener su pequeña superioridad en la cámara alta (52 contra 46) y recuperar la mayoría en la cámara baja, donde tienen 201 asientos contra 234 de sus contrincantes.
Pero expertos y analistas reiteran casi a diario en el New York Times y el Washington Post que la frialdad de los números tiene poco o nada que ver con la política real y que es probable que los republicanos sigan dándose el gusto de bloquear la agenda presidencial.
Aún cuando los demócratas pudieran gastar grandes fortunas en candidatos carismáticos e hicieran excelentes campañas, subrayan, es difícil que logren sus propósitos en las elecciones, en las que también se renovarán más de dos tercios de los gobernadores estatales y miles de autoridades locales.
Buena parte de este pronóstico se basa en el retroceso que se está observando en las elecciones primarias republicanas de los extremistas del Tea Party, para quienes un estado regulador, que vele por el bienestar social y la inclusión, es una vía directa al comunismo.
Gallup indicó recientemente que sólo un 30% de los estadounidenses tenían una opinión favorable sobre el Tea Party, mientras que un 51% se manifestaban negativamente. Traducido al lenguaje demócrata, se está fortaleciendo el "establishment" republicano, con quien disputan la franja moderada del electorado.
Si a ello se suma que tradicionalmente las elecciones de mitad de mandato no han favorecido a los gobiernos de turno, parece natural que la estrategia de los demócratas se esté basando, más que en las luchas intestinas de sus contrincantes, en los aciertos de su presidente y los errores de los republicanos.
"El gobierno de Obama se ha equivocado en algunas cosas, principalmente porque era demasiado optimista respecto a las perspectivas de una recuperación rápida", escribió recientemente Paul Krugman, premio Nóbel de Economía.
"Pero los republicanos se han equivocado en todo", sentenció. "Lo que el mismo Fondo Monetario Internacional muestra es que los países que más recortaron el gasto", como lo proponen los republicanos, son los que "experimentaron las recesiones económicas".
La percepción popular, sin embargo, no es tan radical. La última encuesta hecho por Washington Post/ABC News indica que el 46% aprueba la gestión gubernamental de Obama, mientras que el respaldo se reduce en materia económica (43%), asuntos internacionales (41%) y salud (39%).
Unas cifras muy buenas considerando todas las zancadillas republicanas a las medidas contra la crisis implementadas por la Casa Blanca, pero insuficientes si de lo que se trata es de hacer pie en la popularidad para llenar las urnas. Y eso Obama lo sabe.
En unos comicios donde además se incrementa la abstención y el votante se acerca más al perfil del sufragante republicano medio -más rural, más blanco y con más edad-, las miradas de los demócratas se han vuelto a posar naturalmente en la comunidad latina.
Aunque el manejo que le ha dado Obama a las cuestiones migratorias sólo cuenta con un respaldo del 38%, este grupo poblacional -el segundo más grande del país, con 17% de los habitantes y 11% de los votantes- siempre le ha dado su apoyo.
Fuente: Télam