Dentro de la carpa, un retrato del padre, abuelo y héroe nacional estaba iluminado por 95 velas (una por cada uno de sus años de vida) y el féretro estaba arropado con una piel de león, un honor reservado a los líderes de la tribu xhosa, y una bandera de Sudáfrica, un símbolo de su status de hombre de Estado.
Siguiendo la tradición de su tribu, para garantizar la transición de Mandela al otro mundo, los jefes xhosas primero sacrificaron un buey, que luego fue servido a los que participaron del funeral.
Más tarde, a lo largo de la ceremonia dentro de la carpa, un anciano de su familia se quedó al lado del féretro para ir guiando a su espíritu por las etapas de la ceremonia hasta su momento final, el entierro.
Dentro de la carpa los discursos se intercalaron con canciones en lengua xhosa y con rondas de disparos de los miembros del Ejército sudafricano que acompañó todo el funeral de Estado, según relató la agencia de noticias DPA.
"Un gran árbol se ha caído, ahora se va a casa a descansar junto a sus antepasados", aseguró el jefe del clan, Ngangomhlaba Matanzima, vestido con una piel de leopardo sobre los hombros.
Fuente: Télam