Los desórdenes en esa ciudad nororiental, capital del estado de Pernambuco, comenzaron al caer la noche del miércoles y se prolongaron durante la madrugada, con ataques de decenas de personas contra comercios y camiones que transportaban alimentos.
La Policía Civil informó que en las últimas 24 horas, al menos 234 personas fueron detenidas por delitos de robos, hurtos, tenencia ilegal de armas de fuego o asalto de propiedad privada.
El gobernador João Lyra Neto pidió refuerzos de la Fuerza Nacional de Seguridad a fin de garantizar el orden en las calles, ante la decisión inicial de los policías de mantener la huelga que reclamaba mejoras salariales.
Horas después, los funcionarios decidieron poner fin al paro: "Levantamos porque entendemos que la sociedad pernambucana no puede continuar sufriendo", dijo uno de los representantes de la Policía Militar Joel Maurino.
Además de los detenidos y los daños materiales derivados de la ola de violencia, la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) había cancelado ayer los dos encuentros de la liga brasileña programados para este fin de semana en Recife por falta de seguridad.
Los disturbios en Recife tuvieron lugar a 28 días de que comience el Mundial de Fútbol 2014 y en el marco de una nueva jornada de protestas masivas en Brasil contra los altos gastos del torneo y en demanda de mejores servicios sociales.
Las manifestaciones se producen cerca de un año después de que cientos de miles de brasileños protestaran durante las dos semanas que duró la Copa Confederaciones de la FIFA.
Sobre el tema, la presidenta Dilma Rousseff afirmó que Brasil es un país "de conflictos" y que debe aprender a convivir con ellos.
"No negamos los conflictos, tenemos que aprender a convivir con ellos" y "no hay ninguna vergüenza en eso, pues vergonzoso sería no reconocerlos y no buscar soluciones", declaró Rousseff durante un acto en el que sindicatos y empresas firmaron un pacto en favor del "trabajo decente" en el Mundial.
El documento, suscripto por dirigentes sindicales y empresariales, establece un compromiso en campañas de combate al trabajo infantil y la explotación sexual, así como en favor del respeto a las normas laborales durante la mayor cita del fútbol.
Rousseff reiteró que "Brasil recibirá muy bien" a los turistas que lleguen para el Mundial, quienes podrán comprobar que el "compromiso brasileño con la hospitalidad" es "parte de la cultura, el ánimo y el alma de la población".
Como ha hecho a lo largo de los últimos meses, Rousseff declaró que el Mundial de Brasil será "la Copa de las Copas" y dijo que el país "hará un esfuerzo enorme para transmitir la inmensa energía" de su pueblo, según citó la agencia EFE.
Fuente: Télam