"Cuando terminó la guerra hace casi 40 años, tuvimos que ayudar a la gente a recuperar su vida", explica a Télam Hua Ngoc Thuan, vicepresidente del Comité Popular de Ho Chi Minh, el órgano Ejecutivo de la ciudad.
"Todo estaba destruido, la gente no tenía para comer ya que en la guerra producíamos para la guerra", precisa este funcionario, ex combatiente en la histórica lucha contra Estados Unidos que terminó con el triunfo norvietnamita del 30 de abril de 1975.
Otros tiempos, superados por cierto, tal como pudieron comprobar también los 150 empresarios argentinos que acompañaron la visita oficial que la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, realizó en enero de 2013 y que abrió las puertas para un incremento del intercambio comercial con la ciudad.
Es que entre otras cosas, el Doi Moi (la economía de mercado orientada al socialismo, tal como la definieron) le permitió a Ho Chi Minh tener un grado mayor de autonomía respecto a la antigua planificación del gobierno central y así crecer de modo exponencial respecto al resto del país.
En lo que respecta a la Argentina y desde la visita de la Presidenta, el intercambio comercial con la ciudad superó los 200 millones de dólares
Algunos números para ilustrar: el PBI de la ciudad equivale al 25% del nacional, las exportaciones al 36% y la producción industrial al 28%. La línea de pobreza, que a nivel nacional está referenciada por debajo de un ingreso anual de 4 millones de dongs (200 dólares), aquí se eleva a los 16 millones de dongs (800 dólares). Mientras en los años '80 cada persona ganaba un promedio de 600 dólares al año, ahora se ubica en los 4.000 y el índice de pobreza no supera el 3%.
Lo dicho, aquellos años de la guerra quedaron muy atrás y la cultura anti norteamericana parece ser un recuerdo, tanto que empresas como la estadounidense de computación Intel Corporation no sólo está produciendo en Vietnam sino también exportando. Y yendo a lo más popular y cotidiano, locales como los de comida rápida Kentucky Fried Chicken, entre otros, se abrieron paso en la ciudad robándole espacio a los viejos bares y restaurantes que, no obstante, siguen tentando con sus sopas Pho (de carne) y Banh Cahn (de arroz) o los rollitos Goi Cuon.
En lo que respecta a la Argentina y desde la visita de la Presidenta, el intercambio comercial con la ciudad superó los 200 millones de dólares.
"Creemos que hay grandes posibilidades de crecer comercialmente en el futuro, no sólo con Argentina sino también con otros países de América Latina", asegura Hua sin olvidar los campos de la cultura y el turismo.
La charla se da en la sede del Partido Comunista, un edificio de arquitectura francesa que obliga a remitirse a la época de la colonia. Porque el presente y el pasado se mezclan en esta inmensa ciudad como el zigzagueante enjambre de motos que transforman casi en una utopía cruzar una calle (circulan 5 millones de esos vehículos, uno cada dos habitantes).
"Tenemos un total de 24 parques industriales y en la planificación quinquenal hasta 2020 que presentaremos el próximo año, nos concentraremos en todo lo relativo a tecnología de punta y ciencia", precisa el funcionario.
Parece mentira que las bombas arrojadas por Estados Unidos sobre estas tierras sumen más toneladas que las lanzadas en la Segunda Guerra. Y erguido como un símbolo del triunfo, lo que fuera la antigua sede de gobierno de Saigón, hoy Palacio de la Reunificación, donde aquel tanque del Vietcong con el número 930 volteó la reja para decir que la revolución había triunfado,
observa, majestuoso, el centenario Hotel Continental donde los cronistas de guerra se concentraban bautizándolo como "Radio Catinat". Ese mismo en el que el escritor británico Graham Greene escribió su novela "El americano impasible", sobre los últimos días de la Indochina francesa y los primeros del comienzo de la intervención estadounidense.
Todo eso está, pero ubicado en un respetuoso lugar desde donde observa a la otra ciudad, la de los autos importados, la ropa occidental y el gigantesco puerto sobre el río Saigón que cristaliza la vida comercial de esta inevitable referencia del sudeste asiático. El rostro, en definitiva, de un Vietnam que se niega a resignar su modelo político comunista pero apostando a una economía de mercado tan impensada años atrás como el resurgimiento de este país, apenas más grande que nuestra provincia de Buenos Aires.
Fuente: Télam