La ofensiva está encabezada por unos 50.000 milicianos chiitas que respondieron al llamado que hizo el primer ministro iraquí, Haidar al Abadi, hace 10 días, ni bien el EI tomó la estratégica ciudad
Según explicaron fuentes policiales y tribales de la provincia de Al Anbar, cuya capital es Ramadi, la ofensiva está encabezada por unos 50.000 milicianos chiitas que respondieron al llamado que hizo el primer ministro iraquí, Haidar al Abadi, hace 10 días, ni bien el EI tomó la estratégica ciudad.
Los soldados iraquíes que protegían la ciudad hace meses se retiraron repentinamente cuando los combatientes islamistas ingresaron, lo que este lunes fue condenado por el secretario de Defensa de Estados Unidos, Ash Carter.
En un intento por suavizar la crítica de su funcionario, el presidente Barack Obama, reafirmó su compromiso de apoyar al Ejército iraquí, tras reunirse con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.
Buscaremos "incrementar la construcción de la capacidad defensiva de otros países como Irak o del Golfo Pérsico, que estén interesados en trabajar con nosotros", dijo el mandatario a la prensa después de la reunión en la Casa Blanca, según el canal de noticias CNN.
"Esto también significa que tenemos que pensar si estamos desplegando y organizando nuestros activos de manera eficiente para enfrentar los desafíos", agregó.
Mientras la coalición internacional liderada por Washington continúa bombardeando por aire al EI y financia y entrena al Ejército iraquí que pelea en el terreno, es la República Islámica de Irán la que asesora con su Guardia Revolucionaria a las milicias chiitas, que están dominando la masiva ofensiva para recuperar Ramadi, una ciudad de mayoría sunnita en manos, ahora, de una milicia sunnita extremista.
En lo que muchos vieron como evidencia de la profundización de esta fractura sectaria, el gobierno nacional de mayoría chiita bautizó la ofensiva como "Estoy aquí, Hussein" (Labaik ya Hussein), en referencia al nieto del profeta Mahoma y santo para los chiitas cuya muerte desató en el siglo VII una violenta división entre los musulmanes sunnitas y chiitas.
El vocero de la milicia chiita Multitud Popular, la misma que encabeza la ofensiva, explicó hoy a la prensa que sus fuerzas avanzan desde tres ejes sobre la ciudad de medio millón de habitantes, de la que ya huyeron más de 183.000 personas, según la ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados.
Según Ahmed al Asadi, los paramilitares intentarán romper las defensas del EI desde el oeste, el este y el sur de la provincia de Al Anbar, mientras que adelantó que otras fuerzas pro gubernamentales, de las que no dio detalles, están yendo por el norte.
Además, destacó Al Asadi, tienen "nuevas armas que sorprenderán al enemigo".
Sin embargo, hasta ahora los únicos que vienen dando sorpresas son los combatientes del EI, al conquistar una tras otra, ciudades y pueblos del oeste y el norte de Irak, hasta controlar más de un cuarto del territorio, lo mismo que sucedió en la vecina Siria.
Gran parte del éxito de la milicia extremista islamista se debió en Irak a que consiguió el apoyo de muchas de las milicias tribales sunnitas, especialmente en el oeste del país, donde se encuentra Ramadi y donde la mayoría de esa etnia sufre la discriminación, la represión y la enajenación política de los sucesivos gobiernos de mayoría chiita, productos de la invasión y la posterior ocupación estadounidense.
Además de contar con el apoyo de Washington, estos gobiernos nacionales de mayoría chiita poseen y poseerán el explícito respaldo de la República Islámica de Irán, una teocracia chiita.
El protagonismo de las milicias chiitas iraquíes en la ofensiva ordenada por el gobierno nacional para recuperar Ramadi, una de los tradicionales bastiones de las tribus sunnitas más organizadas del país, podría volver a encender la división sectaria que fue utilizada y manipulada por el Pentágono durante la ocupación militar estadounidense y que desembocó en una dramática ola de violencia en 2006 y 2007, según analistas.
Fuente: Télam
