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Opinión

Israel

Por: Juan Diego García (especial para ARGENPRESS.info) (Fecha publicación:01/08/2006)



Información Adicional

Tema: Conflicto en Medio Oriente

País/es: Israel - Líbano

Por sus particulares circunstancias siempre es complicado entender la existencia misma de Israel y su papel en el actual panorama internacional.

En cuando a su origen, habría que indicar que la idea inicial de dar una patria al pueblo judío no tenía necesariamente a Palestina como objetivo ni la limpieza étnica entraba dentro de los planes. Se habló inclusive de comprar tierras al imperio británico en Africa y algunos judíos bolcheviques (un colectivo muy importante en la revolución rusa) llegaron a obtener el consentimiento de Lenin para crear una patria judía en la Unión Soviética.

Pero al final, la manera como la ONU creó el estado de Israel propició el conflicto e hizo imposible la convivencia. Las potencias de entonces crearon el nuevo estado con los mismos criterios geoestratégicos que imperaron luego en el proceso de descolonización y que han sido siempre motivo de guerras y enfrentamientos. Sencillamente dieron a la minoría judía la mayor parte del territorio, las mejores tierras y las fuentes de agua y relegaron a la mayoría palestina (árabes, cristianos, beduinos y otros) a la porción menor del territorio, las peores tierras y un disfrute muy escaso de las fuentes de agua, un motivo éste que decide la viabilidad misma de un asentamiento humano. Vinieron entonces las guerras, los desplazamientos, la limpieza étnica permanente y sistemática, el robo de tierras, las masacres, en fin, todo lo que el mundo entero presencia horrorizado en Palestina y Líbano.

Que los acontecimientos hayan trascurrido de esta manera ha dependido mucho más de razones estratégicas de las potencias occidentales que de satisfacer el viejo anhelo del pueblo judío de tener patria propia. Europa y los Estados Unidos han convertido a Israel en una gigantesca plataforma militar que les asegura los vitales suministros energéticos y les ha permitido durante la Guerra Fría mantener a raya el nacionalismo árabe y el avance soviético en la región. Israel es y ha sido siempre, un enorme portaviones de Occidente, un gendarme armado hasta los dientes y sostenido como la avanzada principal del capitalismo metropolitano en aquella región clave. Nada que ver con el ideal inicial de una patria grata para las víctimas del holocausto, que por obvias razones no deseaban seguir conviviendo con los europeos.

Del sueño primero e ingenuo de una tierra prometida convertida en realidad, Israel, por arte de estos acontecimientos históricos ha devenido en un estado militarizado y agresivo, un régimen social casi teocrático, xenófobo y racista y en instrumento ahora de la llamada guerra preventiva que inspiran ciertos círculos del gran capital estadounidense, con la complacencia o al menos con la tolerancia de los europeos.

Sobre su papel existen al menos dos grandes versiones. Hay quien sostiene que Israel es, efectivamente, un instrumento militar altamente sofisticado que sirve sobre todo a los intereses estratégicos de los Estados Unidos; otros, por el contrario, se consuelan pensando que es Israel quien utiliza a los Estados Unidos para sus propios fines y dan como prueba los desplantes que en algunas ocasiones los sionistas otorgan a las autoridades de Washington (¿el bombardeo de Qana?)

Pero tanto por la historia reciente como por la misma evidencia de las potencialidades militares y económica de cada cual, para cualquiera es evidente que la razón la llevan quienes ven en Israel un instrumento y no al contrario.

Los actuales acontecimientos en Palestina y Líbano permiten constatar la validez de esta afirmación. Israel carece de independencia real. Tanto su ejército como su economía no podrían mantenerse sin el apoyo incondicional de los estadounidenses, quienes no lo ofrecen por un repentino sentimiento de solidaridad sino precisamente porque Israel hace aquello que resulta conveniente a los intereses generales de los Estados Unidos.

Lo mismo vale para la UE. Su adhesión real y efectiva a Israel se fundamenta en consideraciones de pura estrategia y solo aparentemente es resultado de una supuesta mala conciencia por el holocausto, del cual fueron responsables. Hay que recordar además que el sentimiento antijudío no ha sido tampoco exclusivo de los europeos, ya que en los mismos Estados Unidos -y hasta hace pocos años- quienes aparecen hoy como los grandes aliados de Israel, los cristianos fundamentalistas, eran los principales promotores del antisemitismo. Ahora solo lo practican contra los árabes (que como primos de los judíos, son igualmente semitas).

No faltan voces razonables que en el mismo Israel llaman la atención sobre este hecho. Quienes no persiguen intenciones aviesas ni racistas y proponen un estado laico donde convivan todas las etnias del lugar, sin distinción alguna (el propósito primero, valga recordar) ven con mucha preocupación que los acontecimientos conviertan a este pueblo de mártir en verdugo y de contribuidores privilegiados al humanismo en columna de invasores genocidas cuyas manos manchadas de sangre inocente reciben la condena universal. (¿alguna diferencia esencial con el Wehrmacht nazi?)

Por desgracia, quienes así ven los acontecimientos siguen siendo una exigua minoría (¿10% de la población?). La mayoría de los israelitas apoyan entusiasmados las aventuras bélicas de sus gobernantes y el orden social en el que viven. También la mayoría de la población alemana apoyó primero al nazismo y alegó después que desconocía los genocidios que se llevaban a cabo. Si antes no valió tal “argumento”, hoy en día vale mucho menos. Nadie en Israel puede ignorar lo que significa que su país sea un instrumento ciego de las políticas más agresivas del mundo rico.

Quien conserve algo de lucidez en Israel en esto momentos y tenga el suficiente valor para manifestarlo ya es víctima del señalamiento general, en una nueva prueba de hasta dónde han llegado las cosas en Israel y de hasta dónde es limitada su democracia formal. Ya hubo en Tel-Aviv una manifestación de diez mil personas protestando contra la guerra en Palestina y Líbano, apenas registrada por los medios de comunicación.

Mientras tanto, se frotarán las manos los sionistas que han preparado tan concienzudamente estas guerras de agresión. Los mismos que bombardearon la sede de la ONU y después provocaron la matanza de Qana con la evidente intención de impedir cualquier alto al fuego; los mismos que seguirán actuando de igual manera para arrastrar al conflicto a Siria y a Irán, convirtiendo toda el área en un inmenso campo de tiro de la aviación israelí, ojalá con la ayuda directa de la OTAN. Los mismos que predican desde Washington la guerra preventiva como única manera de asegurar los intereses de Occidente y que no parecen haber aprendido nada después de los fiascos de Afganistán e Irak.

Pero cuando Occidente no necesite a Israel o cuando quienes hoy le apoyan consideren que el compromiso con el sionismo ha llegado demasiado lejos y que los intereses de Occidente se pueden ver perjudicados, entonces el país quedará abandonado a su suerte y recogerá los frutos de todo el odio que ha sembrado de manera tan entusiasta en todos estos años. La deseada “seguridad” será más inalcanzable que nunca y quizás entonces ya no resulte tan utópico volver a los sueños primeros de convivir en Palestina con los demás pueblos que han morado allí por milenios.

De momento, eso sí, la arrogancia de Israel está sufriendo un buen correctivo a manos de la resistencia heroica de palestinos y libaneses, aunque dada la correlación de fuerzas, con elevadísimo coste en vidas y bienes. La opinión mundial se levanta horrorizada y protesta por las masacres y los crímenes de guerra; los gobiernos europeos no saben cómo salvar tan incómodo compromiso y hasta Washington se ve impelido a promover un cese de fuego (al menos de dientes para afuera). Mientras tanto, el gobierno civil de Israel claudica clamorosamente ante los militares y éstos siguen a pié juntillas las doctrinas de los neoconservadores, los industriales de la guerra, los estrategas del Pentágono y el lobby sionista. Entre todos desean meter al mundo en una guerra generalizada de impredecibles consecuencias, con el alegre argumento de que de tal manera se llevará la democracia occidental hasta los más lejanos confines del planeta. Por fortuna, la reacción de la opinión mundial se moviliza, incluyendo a los pocos valientes que en el mismo Israel no desean hacerse cómplices del crimen y el genocidio.

NB. A propósito, como informa la prensa, los soldados que Hezbolá capturó no estaban en territorio israelí: estaban en territorio libanés, concretamente en las granjas de Shebaa, territorio ocupado ilegalmente por Israel. Atacar al ocupante es legítimo y legal. Ocupar tierras ajenas no es ni lo uno ni lo otro.

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