La presidencia lituana tenía esperanzas de que en esta cumbre se consumaran avances sustantivos en relación al acercamiento al bloque de las seis antiguas repúblicas soviéticas europeas y caucásicas: Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Georgia, Moldavia y Ucrania.
Sin embargo, aparte de la firma de sendos preacuerdos de asociación con georgianos y moldavos, la reunión se vislumbra como un duro revés para la diplomacia europea, que no fue capaz de convencer a Kiev de las ventajas de una zona de libre comercio.
Ucrania, un país de 46 millones de habitantes, es una pieza muy codiciada por la UE, lastrada por el escepticismo entre sus países miembro, pero la falta de incentivos económicos en tiempos de crisis resultó decisiva.
Los presidentes de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y del Consejo, Herman Van Rompuy, intentaron hasta el último momento persuadir hoy al presidente ucraniano, Victor Yanukovich, de que el futuro de su país está en Europa y no con Rusia.
Sin embargo, se encontraron con la creciente presión de Moscú, que busca no perder a esas repúblicas de su órbita de influencias, utilizando para este efecto trabas al comercio, endurecimiento de su posición en materia de suministro energético y haciendo valer su condición de socio en el sector armamentístico/militar.
Los miles de manifestantes que llenaron las calles de la capital ucraniana exigiendo un pacto con la UE tampoco despertaron demasiadas esperanzas en Bruselas.
"Lamentamos la decisión de Ucrania. Pero creo que tarde o temprano Ucrania tendrá que revisar su decisión", dijo el comisario europeo de Comercio, Karel De Gucht.
La canciller alemana Angela Merkel también evidenció su pesimismo sobre el tema al declarar que casi no tiene esperanzas "de que Ucrania vaya a firmar mañana el Acuerdo de Asociación con la UE" aunque hizo hincapié en que "la puerta sigue abierta", previo a la reunión que mantendrá con Yanukovich el día de mañana.
El mandatario se mantiene férreo en su argumento de que las condiciones impuestas por los Veintiocho para la firma del acuerdo eran "humillantes para Ucrania" y hubieran supuesto una "debacle económica" para su país.
Kiev cifra en 160.000 millones de dólares el monto necesario sólo para homologar la legislación ucraniana a la europea, sin contar con el costo que supondría en dinero y empleo la pérdida del mercado ruso, y tachó de "limosna" los 1.000 millones de euros que Bruselas le ofreció como compensación.
El comisario europeo de Política de Vecindad, Stefan Füle, tachó las excusas planteadas por Kiev de "infundadas y poco convincentes" y aseguró que las cifras mencionadas son "irreales" y constituyen "una muestra de pánico".
"Ya en el primer año de aplicación preliminar del acuerdo de libre comercio los exportadores ucranianos hubieran ahorrado en aranceles 500.000 millones de euros y el PIB hubiera crecido un 6,2% a largo plazo", dijo.
Recordó que "la UE es la mayor fuente de ayuda internacional técnica y financiera de Ucrania, y eso es algo evidente".
Bruselas mantiene que la decisión ucraniana se debió a las presiones de Rusia, que advirtió que en caso de que se firmara el acuerdo tomaría medidas proteccionistas para impedir el acceso de los productos a su mercado.
Rusia mantiene que la asociación con la UE amenazaba a Ucrania y otros países con "un largo período de desbarajuste económico, desindustrialización, la ruina de las propiedades agrícolas particulares y, como consecuencia, el aumento del desempleo y la caída del nivel de vida de la población".
Armenia y Bielorrusia también dieron la espalda a Europa y optaron por integrarse en la Unión Aduanera formada por Rusia y Kazajistán.
Fuente: Télam