Y no está totalmente claro cuál es el peligro más inminente para la seguridad nacional de Israel: si la posibilidad de que Irán vaya a aprovechar el nuevo acuerdo para avanzar en su programa de armas nucleares, como sospecha Jerusalén, o la probabilidad de que Jerusalén libre una vez más una campaña dura pero inútil contra el gobierno de Estados Unidos, exponiendo, para que todo el mundo vea, su creciente discordia con lo que fue, es y al parecer seguirá siendo su único aliado estratégico.
Así que la pregunta no es si Israel tiene razón, sino si además es inteligente. ¿Proferir insultos, calumnias, acusaciones y denuncias facilitan o perjudican los intereses nacionales del país? ¿Es la perpetua arrogancia y queja realmente una forma constructiva de hacer diplomacia? Es así como llegamos a este punto, en todo caso.
Porque los israelíes no deben engañarse a sí mismos: incluso si consideran los fallos y faltas del nuevo acuerdo de Ginebra como evidentes y claros como el agua, será bienvenido por una mayoría de los estadounidenses, incluyendo a los judíos norteamericanos. El acuerdo se verá, al menos en el corto plazo, como un logro importante para la administración de Obama, especialmente en el contexto de la controvertida ley de salud. Se evaluará como que hubo concesiones más exigentes de los iraníes que lo que se esperaba y que se aliviaron menos las sanciones de lo que se temió inicialmente. El acuerdo es lo suficientemente sólido, acordarán la mayoría de los analistas, como para darle una oportunidad a la paz.
Así que la pregunta no es si Israel tiene razón, sino si además es inteligente. ¿Proferir insultos, calumnias, acusaciones y denuncias facilitan o perjudican los intereses nacionales del país?
Era una táctica premeditada, por supuesto: contrariamente a los iraníes, que prometieron profundas concesiones durante las conversaciones y luego un tiempo más arduo señalándolas, la Casa Blanca y el Departamento de Estado mantuvieron el orden y guardaron su munición para la crucial Batalla de la manipulación mediática, que comenzó tras los apretones de manos y abrazos del 5 + 1 en Ginebra. El presidente Barack Obama no perdió un minuto en dar un discurso televisado en una hora inusualmente tarde en la noche del sábado con el fin de anunciar un acuerdo que "consigue un gran avance". Obama quería establecer el tono del debate antes de que sus críticos del Medio Oriente despertaran y empezaran a disparar.
La arena principal para la próxima batalla política es la cláusula que promete que no se impondrán nuevas sanciones a Teherán durante el período transitorio si mantiene su parte del trato. Senadores de ambos partidos ya han anunciado su intención de dictar sanciones más severas y AIPAC tomó el inusual paso de anunciar de forma explícita y pública su apoyo a tal movimiento en un video en el sitio web de la organización por su director de Política y Asuntos Gubernamentales, Bradley Gordon. Si AIPAC está ahí, entonces, implícitamente por lo menos, Israel está detrás.
Pero por ahora es claro para todos que esas nuevas sanciones podrían sabotear el acuerdo, humillar al gobierno, erosionar la coalición internacional y posiblemente desestabilizar Medio Oriente. Obama, se puede asumir con seguridad, no escatimará esfuerzos contra esa movida, incluyendo una invocación a la disciplina del partido, recurrir a la opinión pública y, si la cosa se pone peor, a un veto presidencial.
La arena principal para la próxima batalla política es la cláusula que promete que no se impondrán nuevas sanciones a Teherán durante el período transitorio si mantiene su parte del trato.
Esto muy bien podría convertirse en un tipo de guerra sucia total, que comparada a las tensiones de las últimas semanas entre Jerusalén y Washington parecerá un juego de niños. Y no sólo es una derrota israelí casi inevitable, los lazos entre Jerusalén y Washington podrían quedar irreparablemente dañados e irrevocablemente deshilachados, con trascendentales consecuencias negativas.
Esto es cierto, y más aún, si Israel decide que al final no tiene más remedio que defenderse y lanzar un ataque militar. Como dijo Tuco en esa máxima citada en "El bueno, el feo y el malo": Si quieres disparar, dispara, no hables, sobre todo cuando los que insultas hoy son las mismas personas que mañana te sacarán del lodazal en el que ellos te suplicaban que no te metieras en primer lugar.
*Publicada en Haaretz.
Fuente: Télam
