Reforzado por la victoria del "no" en el referéndum griego sobre las exigencias de los acreedores, Tsipras propuso anoche una nueva lista de reformas que al parecer contiene importantes concesiones.
Ahora le toca a los acreedores acercar posiciones en las cumbres del Eurogrupo y de la Unión Europea (UE) del fin de semana. Y su grado de flexibilidad dependerá, en gran parte, del que esté dispuesto a aceptar Merkel.
¿Cuánto cederá la canciller a cambio de mantener a Grecia en la eurozona y salvar el euro?.
Berlín frenó hoy el optimismo de los mercados y de otros gobiernos, entre ellos el francés, ante las propuestas de Atenas: el resultado de las cumbres del fin de semana está "completamente abierto", comentó con escepticismo un portavoz del Ministerio de Finanzas alemán.
Sobre todo, hay un punto que amenaza el acuerdo: "El Fondo Monetario Internacional (FMI) sólo quiere participar en un nuevo paquete de ayuda si hay una quita de la deuda. Pero justamente, eso es lo que Merkel rechaza categóricamente", resumió hoy el semanario político Der Spiegel.
A diferencia de su ministro de Finanzas, Wolfgang Schauble, quien desde hace tiempo comenzó a especular con la salida de Grecia de la eurozona -y según algunos analistas la promovió-, Merkel sabe que su lugar en la historia se medirá por su capacidad para que el bloque supere la crisis sin romperse.
"Si fracasa el euro, fracasa Europa", fue su lema durante la crisis.
También fracasaría el balance de sus hasta ahora tres gobiernos, podría añadirse.
¿Por qué entonces no ceder a una quita de la deuda que parece inevitable y embarcarse el fin de semana con decisión en la búsqueda de salvar definitivamente a Grecia?
La respuesta se encuentra en Alemania: Merkel no tendría problema en lograr que cualquier acuerdo europeo sumara el apoyo del Parlamento en Berlín, donde su gobierno tiene una mayoría del 80%, pero no podría evitar el costo político que toda concesión tendrá para la opinión pública y para su propia CDU.
El goteo de ayudas a Grecia es enormemente impopular en Alemania, el mayor contribuyente a los fondos de rescate por ser el país más grande y poblado de la UE.
Diversas encuestas reflejan el creciente descontento. El porcentaje de desaprobación a la política de Berlín con Grecia superó la semana pasada al de aprobación por 10 puntos.
Paralelamente, la línea dura de Schauble llevó al ministro a su máximo de aprobación, con un 70%.
Los cerca de tres millones de compradores del diario sensacionalista Bild, el más leído de Europa, se encuentran día tras día con mensajes que agitan el rechazo a más concesiones y piden más dureza a Merkel, a la que el periódico pidió convertirse en "la canciller de hierro", en alusión a la mano dura de Otto von Bismarck.
Aún más preocupante para Merkel es la rebelión creciente en sus propias filas contra un tercer paquete de ayuda a Grecia, liderada en parte por el diputado Wolfgang Bosbach.
"Fuimos amenazados, fuimos insultados y se rompieron las negociaciones ¿Y ahora vamos a rendir tributo a esa forma de hacer política con un tercer paquete de ayuda? En cualquier caso, yo no votaré a favor", alertó hoy.
Muchos hicieron ver ya ese rechazo a fines de febrero, cuando el Parlamento aprobó una extensión de las ayudas a Grecia. Una treintena de diputados de las filas de Merkel se rebelaron y votaron en contra.
El número podría aumentar drásticamente en una nueva votación, con el consecuente costo político para la canciller.
El fin de semana se verá si Merkel está dispuesta a asumirlo; no solo está en juego su poder, sino también el futuro de la eurozona.
Fuente: Télam