Se trata principalmente de armas largas, mayoritariamente fusiles de asalto tipo AK-47, utilizados para los combates en la selva, así como revólveres y ametralladoras decomisadas a las bandas urbanas y sicarios, así como morteros y otros artefactos de fabricación artesanal.
El jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Militares de Colombia, el general José Javier Pérez Mejía, explicó a la prensa, citado por la agencia noticiosa EFE, que los metales fundidos se utilizarán para "el desarrollo industrial y de la infraestructura de Colombia".
El acero y el hierro obtenidos en la Siderúrgica Nacional (Sidenal), empresa encargada de la fundición, serán empleados en la fabricación de varillas para cimientos y columnas de escuelas, y hospitales.
Estas 40.804 armas, que fueron transportadas en 11 camiones y que comenzaron hoy a destruirse en Sogamoso, se unen a las 33.955 que ya habían pasado por los hornos de fundición a lo largo de este año.
En total han sido 74.759 las armas destruídas durante 2012, lo que representa un aumento del 73,95 respecto al año anterior, cuando se derritieron 42.976 unidades.
Pérez destacó el "gran esfuerzo por parte del Estado", ya que estos datos avalan un aumento de incautaciones, y celebró que las armas destruidas "no van a dejar más muertos ni más huérfanos".
Un encargado del Almacén General de Armas Decomisadas explicó que las AK-47 obtenidas en el mercado negro proceden sobretodo de China y de los países que integraron la extinta Unión Soviética.
Estas armas, que entran a Colombia en contenedores por los puertos del Pacífico, son de fácil adquisición en el mercado negro a nivel mundial, baratas y con una gran capacidad de fuego.
Una vez decomisadas a los grupos ilegales, las armas son enviadas al depósito del Comando General donde pasan un proceso de auditoría e inventariado por parte del Departamento de Control y Comercio de Armas que se prolonga entre tres y cuatro meses antes de ser fundidas.
Fuente: Télam