En el largo camino de montaña que lleva de Ayotzinapa a Tecoanapa, el municipio de donde era oriundo Alexander Mora Venancio, el único estudiante cuyos restos hasta ahora fueron identificados de los 43 secuestrados, aparecen cada tanto en la entrada de algún pueblo grupos de hombres vestidos con las mismas remeras oscuras y armados.
Pero a diferencia de las autodefensas de Michoacán, otro estado tanto o más violento que Guerrero, estos hombres no portan fusiles de alta potencia ni otras armas modernas, tienen antiguas escopetas y fusiles de caza con las que están decididos a no dejar pasar a los que quieren llevarse una parte de su trabajo, una tajada de su pobreza.
Ramón García Mora es tío del estudiante normalista secuestrado junto a otros 42 estudiantes de Ayotzinapa y único identificado hasta el momento a partir de restos óseos hallados en un basural de Cocula, cerca de Iguala, donde el 26 de septiembre fueron atacados a balazos por policías de este municipio y luego entregados al cartel Guerreros Unidos.
Garcia Mora vive en El Pericón, lo mismo que la familia de Alexander Mora, y es miembro de las autodefensas del lugar que se organizaron hace tres años.
"Antes la gente no podía caminar por acá en cuanto comenzaba a caer el sol. De pronto se agarraban a puros balazos y era un peligro", cuenta a Télam, señalando el zócalo de Tecoanapa. "En enero van a hacer tres años que nos organizamos y los corrimos, pero seguimos cuidando para que si pasan nos vean y sepan que no pueden volver", agrega.
En este contexto, los campesinos guerrerenses se oponen a la propuesta del gobierno de eliminar a las autodefensas. No confían ni en el gobierno ni en las fuerzas federales.
Tampoco son organizaciones de autodefensas para proteger grandes haciendas ni grandes riquezas. "Somos campesinos pobres, vivimos del maíz y del frijol que cosechamos, pero vivimos con los nuestro y queremos vivir en paz", dice Mora.
Fuente: Télam