Los centros de voto cerrarán a las 18 horas (12 de Argentina) en las pequeñas ciudades y dos horas después en las ciudades
de más de 100.000 habitantes.
Esta elección, cuya segunda vuelta será el domingo 31 de marzo, es el primer examen electoral para el presidente de Francia, el socialista Francois Hollande, luego de su elección en mayo de 2012.
La tendencia de las encuestas prevén un voto sanción y una derrota histórica para el gobierno de Francois Hollande, debilitado por la perdida de apoyo de Ecologistas y Comunistas, por los numerosos ajustes encarados por el mandatario socialista y el desencanto por no haber honrado sus promesas de campaña.
No obstante, por las particularidades del sistema galo en cada comuna (en función a la cantidad de habitantes de cada ciudad), el oficialismo podría mantener la supremacía territorial y conservar varias de las ciudades mas importantes (Paris, Lyon, Lille y Toulouse, entre otras).
Una derrota del Socialismo podría forzar a Hollande a renovar el gabinete de ministros e incluso remover al primer ministro, Jean-Marc Ayrault, según fuertes especulaciones que se suceden en la prensa desde hace dos meses.
La elección promete estar marcada por un fuerte abstencionismo.
Los medios galos estiman que la abstención batirá el récord de la elección precedente del 35,5% en 2008 y algunos estudios de opinión afirman que hasta podría superar el 45%, algo que favorecería a la oposición conservadora.
Por eso y pese a sus divisiones, la coalición conservadora Unión por una Mayoría Popular (UMP) espera obtener una revancha frente a Hollande. Las encuestas le otorgan el 49% de intención de voto a nivel nacional contra el 41% para el PS y el 6% para el ultraderechista Frente Nacional (FN).
La UMP, que perdió todas las elecciones luego de que Nicolas Sarkozy fuera electo presidente en 2007 (municipales, europeas, cantonales, regionales, presidenciales y legislativas), pretende lograr una victoria como en 1983, dos años después de la elección del socialista Francois Miterrand, para preparar el terreno para la sucesión presidencial de 2017.
En caso de obtener un buen resultado, los conservadores podrían reposicionarse de cara al 2017; mientras que una derrota reavivará las rencillas internas dentro de la debilitada coalición conservadora, que estas últimas tres semanas vio su estructura temblar por las numerosas causas judiciales que afronta el ex presidente Nicolas Sarkozy.
Entretanto, el ultraderechista FN cuenta con una inmejorable posición para situarse como árbitro de la elección y obtener alguna Alcaldía, algo impensado hace unos años.
Históricamente, conservadores y socialistas unieron esfuerzos para bloquear el ingreso del FN a Alcaldías o bancas parlamentarias con el denominado "Pacto republicano", pero la mutua desconfianza y el crecimiento nacional del partido de Marine Le Pen podrían permitir al principal partido de extrema derecha alzarse con alguna comuna.
Para alcanzar la segunda vuelta del próximo domingo, un candidato debe superar el 10% de los votos, por lo que en algunas ciudades podría haber duelos entre dos, tres o cuatro aspirantes.
Fuente: Télam