Por un lado, en la Plaza do Toural, un grupo de jóvenes estudiantes, la mayoría sin derecho al voto, culpan a viva voz bajo la lluvia al gobernante Partido Popular (PP) por los recortes a la educación.
A pocos metros, en el emblemático café Derby, antiguo centro de reunión social de principios del siglo XX que perdió buena parte de su esplendor, jubilados, café en mano, defienden al presidente regional Alberto Núñez Feijóo, quien aún no pasó la tijera por sus pensiones, aunque igualmente están congeladas.
En el medio, entre este salto generacional, trabajadores de mediana edad hablan de la "sensación de incertidumbre y miedo" en la que viven desde que el PP recuperó el gobierno regional y aplicó un durísimo plan de ajuste que deprimió la economía, flexibilizó las relaciones laborales y disparó el desempleo.
En 2008, último año completo antes de que Feijóo ganara las elecciones con mayoría absoluta, la economía de Galicia creció el doble que la media española. En cambio, en 2011, la región creció menos de la mitad, según datos oficiales.´
En tanto, durante su legislatura el desempleo aumentó en 70.000 personas, pasando de 230.000 a 300.000, en una comunidad que cuenta con 2,7 millones de habitantes y donde un 22,5% de la población tiene más de 65 años.
El presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, se empeña en poner a Galicia como el "ejemplo" de las políticas de austeridad. De hecho, Núñez Feijóo fue quien avanzó con sus políticas de recortes en sanidad, por dónde iría el PP si ganaba los comicios generales, como ocurrió en 2011.
A pesar de que el deterioro de la situación económica es evidente, las encuestas otorgan al PP de Núñez una mayoría absoluta, aunque ajustada, que le permitiría gobernar otro período.
¿Cuál es la razón? Algunos hablan del "caciquismo", o el clientelismo del PP, otros de que en Galicia hay demasiados jubilados, que tienden a ser conservadores, y también de que la crisis genera incertidumbre y miedo, y el miedo paraliza.
Por eso, la clave de las elecciones vuelve a estar en la abstención y en la capacidad de la izquierda gallega y los socialistas -que podrían reeditar el gobierno de coalición de 2005- de movilizar al electorado que, aunque está en contra del PP, ya no cree que los políticos puedan solucionar los problemas económicos del siglo XXI.
Este es el caso de Carmen García, profesional de 40 años del sector informático, quien se declara "indignada y desilusionada", y manifiesta su "impotencia por lo que está sucediendo en Galicia".
"Tengo la sensación de que no va a cambiar nada con las elecciones. La gente está harta, se respira incertidumbre, hay preocupación, pero para mí no hay mucho que hacer, es como una ´Tercera Guerra Mundial´ por dinero, y los trabajadores estamos en el medio", explica a Télam, sentada en el café Marte, en el casco antiguo de Santiago.
Carmen subraya que en Galicia "si tienes trabajo estás bien, pero hay miedo por lo que puede venir. No es que no pueda comer, pero si antes quería un abrigo que salía 200 euros lo compraba y ahora no. Igual con el tema de los bancos, no sé si dejar mi dinero, si sacarlo, todo es una incógnita", sostiene.
Esta profesional explica que la incertidumbre en el mercado laboral es insoportable: "Incluso las empresas que están bien se aprovechan de la nueva legislación aprobada por Rajoy para bajar salarios y despedir gente".
"Por eso, muchos piensan que es mejor tener trabajo que no tenerlo, y aceptan condiciones que antes nunca hubiesen aceptado", añade haciendo autocrítica.
Su amigo Antonio Rodríguez Xoan, que trabaja de comercial de una empresa multinacional, remarca que "hay mucho caciquismo no solo en el PP, donde esto ya es algo histórico, sino en las empresas".
"Los empresarios están ejerciendo mucha presión y hacen lo que quieren", denuncia.
Según Antonio, una parte importante del apoyo al PP deriva de este clientelismo y del envejecimiento poblacional. "Aquí hay muchos jubilados que votan a la derecha, son conservadores, si hubiese más jóvenes sería distinto, pero por la crisis se están marchando", se lamenta.
"Feijóo recortó todo menos las pensiones", agrega como muestra de la utilización política de los jubilados gallegos, que como media, según datos de septiembre, cobran 699 euros, la pensión más baja de toda España.
En definitiva, "a la gente la machacan, le bajan los sueldos, pero aguanta, porque tienen miedo y no creen que vaya a cambiar nada", añade este gallego de 34 años. Él, de todos modos, votará a la izquierda.
Pero entre los que no tienen miedo destacan los más jóvenes, que gritan sin pudor "Feijóo fascista" ante la mirada curiosa de los turistas que visitan Santiago.
Estudiantes de secundario como Martiño Galbán, de 17 años, lo tienen muy claro: "Creo que Feijóo va a ganar, pero si nosotros pudiéramos votar estoy seguro que se conseguiría una mayoría de izquierdas", indicó a Télam en plena manifestación contra la privatización de la educación pública.
Antón Tembra, de 18 años, que votará por primera vez el domingo también cree que ganará el PP. "Mi familia está ligada al sector marítimo y sé que con la catástrofe del Prestige -esta semana comenzó el juicio- el PP compensó a todos, por eso van a votar a Feijóo", explica haciendo un gesto de impotencia.
Muy cerca, dentro de un cálido e histórico Derby, desde donde se escuchaban los gritos de los estudiantes, María González, de 77 años, aseguraba: "Quiero que gane el PP porque está gobernando muy bien, y los socialistas y el BNG (Bloque Nacionalista Galego) hicieron un desastre".
"Yo tengo una jubilación, está congelada, pero vivo bien, puedo salir adelante. En cambio, estos jóvenes no quieren esforzarse, quieren ser millonarios", añadió mientras su amiga Victoria hacía un gesto de aprobación.
Otro jubilado, Francisco, de 75 años, desde su mesa en el bar "La Parada", teme perder su pensión, el único ingreso que le permite subsistir: "Más vale pájaro en mano que cien volando", dijo.
Fuente: Télam
