Bashar al Assad remarca las reformas que implementó, incluida la de la Constitución, pero su semblante se transforma cuando se lo consulta sobre si incluirán también a la prensa y el periodismo.
"No se puede hablar de libertad de prensa sin que haya libertades políticas en general, porque eso está interrelacionado", responde tajante y despejando de un solo golpe cualquier duda que hubiese al respecto.
"La mala imagen que tiene Siria en el exterior, en gran parte se debe a cómo informan los grandes medios de comunicación occidentales", completa. Una idea que esbozó en la recepción que ofreció a los dos periodistas argentinos que posteriormente lo entrevistamos.
"¿Qué se sabe en Argentina de mi país?", preguntó Al Assad casi a boca de jarro, luego de la formalidad de los saludos y la bienvenida de un presidente que por primera vez desde el inicio de la guerra civil iba a ofrecer una entrevista para dos medios de habla hispana, uno de ellos Télam.
La preocupación no pasaba por saber si su país está en la agenda informativa de los medios argentinos, sino en el tratamiento que le dan al conflicto armado, a la actuación del ejército sirio y a su gobierno en particular, en el marco de un concepto que presupone que todo debe estar perfectamente controlado.
Como la decisión de la responsable de Prensa de Presidencia, quien sin mediar anuncio alguno decidió que nuestros grabadores (que se encontraban en la cabina de sonido, junto al traductor) no iban a encenderse porque ellos mismos se encargarían de transcribir la entrevista.
De nada valieron los lógicos reclamos posteriores. "Son nuestras normas", adujo sin el menor espacio para un debate sobre la libertad de prensa con un ejemplo empírico.
De poco le sirvió también porque, periodistas al fin, a la tecnología la acompañamos con una buena dosis de memoria y una agenda adonde quedaron anotados los conceptos vertidos por su jefe, el presidente que respondió a todo lo preguntado y jamás amagó con una censura similar.
Fuente: Télam