Los pobladores de ocho estados del sureste estadounidense, desde Oklahoma a Georgia, donde fue declarado el estado de emergencia, intentan recuperarse del arrasador paso de los tornados que podrían elevar el número de muertos a un nivel sin precedentes para estos fenómenos.
La desesperación se reflejaba en la cara de residentes de ciudades y pueblos azotados por las feroces tormentas de esta primavera boreal, mientras recuperaban lo que quedó de sus hogares, comercios y escuelas, en escenas de devastación más propias de zonas de guerra y terremotos.
Mientras continúan las tareas de búsqueda de desaparecidos, las autoridades advierten que el número definitivo de muertes probablemente no se conocerá hasta dentro de varios días.
En Alabama, el estado más afectado, la cifra de muertos alcanza los 210, con más de 1.700 heridos y hasta un millón de personas sin electricidad.
Ante la magnitud del desastre, las autoridades decretaron el estado de "catástrofe mayor" en Alabama, según dijo el gobernador Robert Bentley en una conferencia de prensa en Tuscaloosa, su ciudad natal, una de las de mayor destrucción.
También fue declarado el estado de emergencia en Arkansas, Kentucky, Georgia, Misisipi, Misuri, Tennessee y Virginia, cuyos gobernadores solicitaron a la Guardia Nacional que los ayude en las operaciones de limpieza y rescate.
Obama ordenó que el gobierno "reaccione rápidamente" para ayudar a los estados afectados.
"La pérdida de vidas ha sido desgarradora, sobre todo en Alabama", dijo Obama, quien describió la catástrofe como "nada menos que catastrófica".
El monstruoso tornado de más de un kilómetro de extensión que atravesó el miércoles Tuscaloosa dejó marcado claramente su paso con una estela de destrucción. (26 Noticias)