Desde el primer día, Rohani dejó claro que no seguirá los pasos de Ahmadineyad y que impulsará una política más moderada tanto dentro como fuera de las fronteras iraníes.
Al pueblo iraní prometió "una vida estable en dignidad y libertad" y a las potencias occidentales, "una cooperación constructiva".
Puertas adentro, su objetivo es reconciliar una sociedad que sufrió la confrontación y las políticas de discriminación impulsadas por el gobierno de Ahmadinejad, no sólo contra sectores políticos, sino también contra las minorías étnicas.
De cara al mundo, su misión es lograr abrir un diálogo que permita aflojar las numerosas sanciones económicas internacionales que se acumularon en la última década y que asfixian a la débil económica nacional.
Los altos cargos que Rohani ocupó desde hace años en los distintos gobiernos, como integrar el Consejo Supremo de Seguridad Nacional, ser principal negociador en el tema nuclear y portavoz del Parlamento, no admiten dudas de que se trata de un político "confiable" para la Guardia Revolucionaria (Pasdaran) y para el cuerpo de mayor influencia en Irán, el Consejo de Guardianes.
La Guardia Revolucionaria es la máxima organización militar y el Consejo de los Guardianes es el que aprueba no sólo todos los proyectos enviados por el Parlamento para asegurar que respondan a la Constitución y al Derecho Islámico, sino que también tiene el poder de veto sobre todos los candidatos.
Rohani recién se convirtió en el candidato de los reformistas cuando el Consejo de los Guardianes vetó la candidatura de los dos líderes reformistas con más chances en las urnas, entre ellos el ex presidente Akbar Hashemi Rafsanjani.
Desde entonces el clérigo de 64 años, educado en Gran Bretaña y doctorado en Derecho en la Universidad de Glasgow se convirtió en la esperanza de la oposición reformista iraní que espera de él el fin del aislamiento internacional y una apertura social, política y cultural de la sociedad iraní.
Fuente: Télam