Park se mostró partidaria de que Corea del Norte convierta estas reuniones familiares en un primer paso para mejorar las relaciones bilaterales de la tensa península, aunque advirtió que "nadie sabe hacia dónde se dirige Pyongyang" y que, en consecuencia, su país se preparará "para todos los escenarios".
Sin embargo, retomando un tono conciliador, Park aplaudió el discurso de Año Nuevo del presidente norcoreano, Kim Jong Un, en el cual éste aboga por mejorar las relaciones con Corea del Sur, y pidió al controvertido líder transformar esas palabras en acciones.
En los últimos días se produjeron pronunciamientos de altos cargos del gobierno norcoreano a favor del diálogo y de acercar posturas con Seúl, algo que fue recibido en Corea del Sur con escepticismo tras la ejecución el pasado mes del tío de Kim y ex-hombre fuerte del régimen, Jang Song Thaek.
En relación a los reencuentros familiares, el Ministerio surcoreano de Unificación confirmó que, de obtener una respuesta positiva del Norte, una nueva cita de finales de este mes respetaría las listas de parientes elaboradas para el encuentro -finalmente fallido- de octubre pasado, que comprende un centenar de familias.
Decenas de miles de personas del Norte y del Sur no han podido retomar el contacto con sus familiares del otro lado de la frontera desde que la guerra confirmó la división de la península coreana en dos países bajo sistemas irreconciliables.
Corea del Sur y Corea del Norte celebraron su primer evento de reunificación de familias en 1985, pero las habitualmente tensas relaciones bilaterales hicieron imposible darle periodicidad a los encuentros.
Tras un paréntesis de 15 años, entre 2000 y 2010 se celebraron 18 reuniones que permitieron a más de 3.800 familiares volver a reunirse brevemente tras décadas de separación.
El último encuentro tuvo lugar a finales de 2010 y desde entonces no se produjeron más por la tensión entre ambos países.
Seúl considera prioritario reanudar estos encuentros por motivos humanitarios, ya que el 80% de los solicitantes tienen una edad superior a los 70 años y cada año mueren ancianos sin poder volver a ver a sus parientes del otro lado de la militarizada línea que separa las dos Coreas.
Fuente: Télam