Berlusconi entró directamente en coche en el recinto del Palacio de Justicia, con su escolta, para dirigirse a la oficina de un juez de audiencias preliminares, en la séptima planta del imponente edificio.
Esta audiencia preliminar, la primera de una serie de cuatro o cinco, servirá para decidir si es juzgado o no por fraude fiscal y abuso de confianza por la compra indebida de derechos televisivos por parte de Mediatrade-RTI, una compañía de su emporio, a la Paramount y a otras empresas estadounidenses.
En el exterior del edificio lo esperaban numerosas cámaras de televisión y una treintena de militantes de su partido Pueblo de la Libertad (PDL).
Los activistas sostenían banderolas en las que podía leerse: "la política en las urnas, no en los tribunales", "la justicia no existe donde no hay libertad" o "Silvio debes resistir, resistir, resistir".
La audiencia se celebrará a puertas cerradas.
Antes de acudir al tribunal, el jefe del gobierno denunció, en una llamada telefónica a una de sus cadenas privadas, "acusaciones ridículas y sin fundamento".
Arremetió también contra sus adversarios de la oposición de izquierda, afirmando que en "Italia, el comunismo no ha cambiado nunca: todavía hay personas que utilizan el código penal como instrumento de lucha ideológica". (26 Noticias)