En una jornada marcada por nuevos atentados y combates tanto en Damasco como en la región fronteriza con Líbano, el gobierno sirio envió una carta al secretario general de la ONU, Ban ki-moon y al Consejo de Seguridad para denunciar "la guerra bárbara lanzada contra extremistas".
Damasco repudió el "ataque terrorista" de este lunes contra el convento de Santa Tecla, la toma de las monjas como rehenes y el "sabotaje contra iglesias y casas" en la pequeña ciudad cristiana de Malula, cerca de la capital, al tiempo que pidió a la ONU condenar a estos "grupos extremistas" y a los gobiernos extranjeros que los apoyan.
El gobierno del presidente sirio, Bashar Al Assad, no responsabilizó a ningún grupo en particular, sin embargo, el Observatorio Sirio por los Derechos Humanos, una organización opositora con sede en Londres, acusó hoy al Frente Al Nusra, una milicia islamista vinculada con Al Qaeda.
Según el Observatorio, la "suerte de las monjas es incierta", pero aún siguen vivas.
En tanto, fuentes religiosas sirias informaron que las monjas fueron trasladadas a Yabrud, una ciudad cristiana que queda a unos 20 kilómetros al norte de Malula, donde continuaron los combates entre milicias yihadistas y el Ejército sirio.
El Ejército Libre Sirio (ELS), principal frente militar opositor, también se sumó hoy a las voces de repudio contra el secuestro de las monjas, a las que calificó como "hermanas de todos los hijos de Siria y son mensajeras del amor y de la paz", según un comunicado citado por la agencia de noticias EFE.
La minoría cristiana, como el grueso de las minorías étnicas y religiosas de Siria, apoyan al gobierno de Al Assad en la guerra civil que ya lleva más de dos años y medio y dejó más de 100.000 muertos y más de 6,5 millones de refugiados y desplazados.
Sin embargo, la minoría cristiana en Siria también cuenta con el apoyo declarado del Vaticano, un tradicional aliado de las mismas potencias occidentales que desde el comienzo del conflicto armado ayudaron, primero políticamente y luego militarmente, a la oposición armada siria.
Mientras la incertidumbre crecía alrededor de la suerte de las doce monjas de Malula, los combates y los atentados continuaron sacudieron el ya devastado país árabe.
En Damasco, en el céntrico distrito de Yisr Abiad, un atacante suicida hizo explotar su cinturón de explosivos provocando al menos cuatro muertos y 17 heridos, según informó la televisión estatal siria.
El atacante se inmoló justo enfrente de un edificio gubernamental, donde funciona una oficina que da asistencia a los familiares de los soldados muertos en combate.
En el oeste del país, en tanto, las tropas sirias continuaron avanzando sobre la ciudad de Nabek, apenas un día después de haber entrado a la localidad y recuperado el control sobre la estratégica ruta que une Damasco con la ciudad de Homs, en el centro del país.
Cerca de la frontera con Líbano, la zona en disputa contiene una de las rutas que la oposición siria utiliza para ingresar al país armas, provisiones y combatientes, pero también la ruta que une Damasco y Homs y que será esencial a la hora de avanzar con el desarme nuclear acordado con la comunidad internacional.
La Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) anunció recientemente que está analizando la posibilidad de destruir todos los agentes tóxicos del programa químico sirio en el mar durante la primera mitad del próximo año.
Para ello, debe primero garantizar una ruta segura para trasladarlos por tierra, en medio de los combates, a un puerto seguro, probablemente el de Latakia, en el noroeste del país.
Pero, pese a los avances del Ejército sirio de los últimos días, la tensión y la violencia siguen dominando la zona fronteriza con Líbano.
Prueba de ello es que la polarización producto del conflicto armado traspasó definitivamente la frontera y se instaló en los últimos días en la ciudad libanesa de Trípoli.
Sólo durante el fin de semana pasado, al menos 12 personas murieron y 113 resultaron heridas en enfrentamientos entre simpatizantes del gobierno de Al Assad y otros que apoyan a la insurgencia en el país vecino.
Para frenar esta escalada Beirut desplegó por seis meses al Ejército en Trípoli, pero la llegada hoy de los militares no logró evitar nuevos enfrentamientos entre las milicias que apoyan uno y otro bando en el conflicto sirio.
El Ejército libanés entró en los barrios en conflicto e informó que detuvo a 21 milicianos, de los cuales ocho fueron entregados a la Justicia Militar, mientras el resto aún están siendo interrogados.
Pese a las redadas y al despliegue militar, los francotiradores continúan activos entre el barrio sunnita de Bab el Tebaneh y el alauita de Yabal Mohsen, y la situación sigue muy tensa en la avenida que separa esos dos barrios y en la carretera internacional que une la región libanesa de Akkar con Siria.
Fuente: Télam
