"Quiero hacer todo lo que esté a mi alcance, que la gente esté contenta, pero lo que haga debe de estar dentro de la Constitución", argumentó Yingluck, según informa la agencia de noticias EFE.
Anoche, después de una jornada tensa y violenta que provocó al menos cinco muertes, Thaugsuban, sorprendió al país al anunciar en una conferencia de prensa que se había reunido con la primer ministra y le había dado un ultimátum de dos días para dejar el poder.
Según contó, la reunión se realizó bajo el auspicio de las Fuerzas Armadas y contó con la presencia de todos los miembros de la cúpula militar.
Esa reunión fue confirmada hoy por Shinawatra, precisó que había sido propiciada por los jefes del Ejército con Suthep y reiteró que está dispuesta a "abrir cualquier puerta" para negociar con los manifestantes.
Sin embargo, las calles alrededor de la sede del gobierno y cerca del edificio de la Policía Metropolitana de Bangkok parecían hoy el escenario de una guerra civil.
Los manifestantes antigubernamentales intentan retirar las barricadas de cemento colocadas por las autoridades para acceder a la Casa del Gobierno y la sede de la Policía Metropolitana, fuertemente custodiadas por unos 2.000 policías antidisturbios.
La policía empleó gases lacrimógenos, cañones de agua y balas de goma para dispersar a los manifestantes, quien lanzaban proyectiles sobre las barreras.
La televisión mostró imágenes de un grupo secuestrando una gran furgoneta de la policía. Por todas partes se veían manifestantes que cayeron al suelo con síntomas de asfixia y los ojos ardientes por los gases lacrimógenos, intentando eliminar los productos químicos con agua, según informa la agencia de noticias DPA.
Suthep pretende derribar al actual Gobierno electo, al que dio dos días para que dimita, y sustituirlo por un "consejo de personas", en el cual él no formaría parte.
La principal acusación de la oposición es que Yingluck no es más que un títere de su hermano y ex primer ministro, Thaksin Shinawatra, quien fue derrocado por un golpe de Estado en 2006 y, pese a su enorme popularidad, aún vive en el exilio para evitar cumplir con una condena por corrupción que pesa sobre él.
La crisis en Tailandia comenzó el 1 de noviembre, cuando la primer ministra intentó hacer avanzar una amnistía que hubiera permitido la vuelta de su hermano, proyecto que abandonó por el rechazo en amplios sectores de la oposición que, no obstante, redobló sus protestas.
Quienes lo apoyan y acompañan en la ofensiva sin cuartel contra el gobierno son principalmente jóvenes de las clases medias y altas de la capital, apoyados por los sectores monárquicos del país y aliados a una parte de la otra importante élite nacional, las Fuerzas Armadas.
En sus protestas, el amarillo es el color que domina la escena, como lo era en 2008 cuando las llamadas camisas amarillas de la Alianza del Pueblo por la Democracia pedían terminar con el entonces gobierno dirigido por aliados de Thaksin, cuyos seguidores se identifican como camisas rojas.
Esa alianza proponía un nuevo sistema político con menos legisladores electos y más designados por la élite política.
Prueba de la composición socioeconómica de la masa opositora es que las protestas no lograron expandirse al resto del país y especialmente a las regiones rurales más pobres, donde Thaskin y su hermana siguen gozando del apoyo de una amplia mayoría.
Suthep, actual líder de la oposición, sólo alcanzó el cargo del viceprimer ministro después de que el Poder Judicial y parte de la cúpula del Ejército orquestaron un golpe en 2010.
Durante su gobierno, fue una de las autoridades que ordenó reprimir masivas protestas de las camisas rojas que pedían la legalización del Partido de Thai Rak Thai, de Thaskin, con un saldo de 90 muertos y alrededor de 1.800 heridos.
Fuente: Télam