Según el Instituto Nacional de Parques, el accidente fue un hecho aislado, fortuito y en gran medida ocurrido por negligencia de la propia víctima, que murió pocos minutos después de ser mordida por el reptil de tres metros.
Testigos que hallaron el cadáver de Arrieta el pasado sábado narraron que la boa intentó tragarse al joven desde la cabeza y fue difícil separar a la sierpe de su víctima.
El experto en ofidios y estudiante de Biología en la Universidad de Los Andes tenía nueve años de experiencia trabajando en el terrario del Parque del Este Generalísimo Francisco de Miranda, recordó la edición vespertina de El Universal.
De acuerdo con peritos policiales, Arrieta tenía un interés especial por la serpiente de tres metros de longitud, con sólo dos meses en cautiverio, y que debía ser alimentada diariamente con roedores.
Evidentemente, el occiso subestimó el instinto agresivo de la exótica reticulada de Birmania, común en Asia, pero sobre la cual se conoce muy poco en nuestras latitudes, concluyó Javier Hernández, director general del parque.
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