El punto de largada no es la única variante para la competencia que entre 1979 y 2008 se desarrolló en el África. Si se hubiese mantenido la estrategia de aprovechar el Año Nuevo para poner en marcha los motores de los vehículos, por estas horas ya se hubieran desarrollado por lo menos un par de etapas. Un momento muy especial del año para aprovechar al máximo la repercusión de la competencia en contraposición a la casi nula actividad de otras disciplinas deportivas.
Sin embargo, durante el último Dakar, la organización elaboró un sondeo entre los participantes para decidir si la prueba comenzaba el 29 de diciembre de 2012 o el 5 de enero de 2013. Casi por unanimidad, ganó la segunda opción. La mayoría argumentó que deseaba pasar parte de las Fiestas en familia y luego viajar a Perú. Los equipos y las máquinas provenientes de Europa arribaron al puerto del Callao hace 15 días y recién podrán retirarse a partir del 2 de enero para realizar los trámites técnicos y administrativos en la zona de Magdalena.
Lugar y fecha son distintos a lo que el Dakar estaba acostumbrado, al menos desde su desembarco en América del Sur. Al margen de esas modificaciones, en lo técnico y deportivo también hay variantes que permiten vislumbrar cierta paridad en la categoría automóviles. A partir de esta competencia, los motores de los vehículos deberán presentar características casi originales, lo que presupone un piso uniforme para los distintos modelos con los que se buscará la victoria. Y un detalle fundamental para la organización: garantizar la reducción de los costos.
Es cierto que pese a la novedad en la planta impulsora, el equipo X-Raid, con los modelos Mini, es el gran candidato a revalidar el logro obtenido en 2012, de la mano del legendario Stéphane Peterhansel. El francés, vencedor en diez ocasiones (en motos y autos), defenderá su lugar de privilegio, aunque su compañero, el español Joan “Nani” Roma, intentará ganar por primera vez en la categoría, luego de imponerse en tres ocasiones en moto. El polaco Krzysztof Holowczyc es el otro gran referente del team.
En la vereda de enfrente está la estructura Toyota, que se recuesta sobre la experiencia del sudafricano Giniel de Villiers, ganador con el extinto team Volkswagen en 2009, cuando el Dakar debutó con inicio y llegada en la capital argentina.
Ambas estructuras tienen relación con los dos mejores exponentes nacionales del Dakar. Orly Terranova competirá con un BMW X3 del team Alémán, mientras que Lucio Álvarez tratará de repetir el histórico quinto puesto obtenido en el último compromiso con una Toyota.
Mitsubishi se mide con una estructura brasileña, con el experimentado Guilherme Spinelli y el portugués Carlos Souza lleva adelante la ilusión de la industria china, con un Great Wall.
Y con los tracción simple se le animarán, una vez más, el carismático showman norteamericano Robby Gordon, con su imponente Hummer, y los Buggies de dos ganadores del Dakar: el qataría Nasser Al-Attiyah y el español Carlos Sainz.
La Argentina, pese a no contar con la largada (en las primeras tres ediciones americanas Buenos Aires fue partida y llegada), esta vez recibirá a los competidores en la anhelada jornada de descanso. El 13 de enero la caravana se reagrupará en el hipódromo de San Miguel de Tucumán. La fecha también marca una diferenciación respecto de las últimas competencias, ya que la primera mitad (con ocho etapas) será más extensa que la segunda (seis). Y por primera vez, Chile contará con el podio de llegada. Ésa fue la única condición que impuso el país trasandino, que siempre fue escenario de tránsito, sin largada ni meta.
Un Dakar distinto está por entrar en acción. Por fechas, por sitios, por disposición técnica se diferencia de los anteriores. La expectativa, como siempre, alimenta la aventura. 77 ilusiones argentinas conforman las tripulaciones nacionales que competirán en autos, motos, cuatriciclos y camiones.
Fuente: vocesescritas.com.ar
