Catamarca
Viernes 19 de Abril de 2024
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Una historia personal y colectiva contada desde la ficción

En su novela Toda la vida, Daniel Escolar arma una intrincada historia a partir de dos personajes que iban y venían todos los días del trabajo desde Capital Federal hasta Berazategui, un trayecto recorrido buena parte de sus vidas, atravesadas por los profundos cambios operados en el plano social y político.
El camino de Duna y José a la fábrica "fue la primera imagen de la novela -recién publicada por libros del Zorzal-, y poco a poco me di cuenta que contaba una historia que conocía muy bien, relacionada con mi familia desde una perspectiva diferente. Y dentro de la ficción está el tipo que la escribe", dice el autor en diálogo con Télam,.

Otros personajes se perfilan con fuerza como la propia fábrica, tanto en sus épocas de bonanza o decadencia, durante un período de tiempo muy largo, un escenario atravesado por la historia desde los años 60 hasta inclusive el siglo XXI.

"... La fábrica era grande y caótica, ocupaba toda la manzana con galpones, piletas, reactores, chimeneas, hierros, chapas, cemento, caños, tierra, agua, bolsas, chatarra, plantas, flores y hasta un banano que a veces daba una gran flor magenta que se transformaba en un único y codiciado cacho de bananas dulcísimas", describe.

Del escenario de la fábrica, que producía ferrite ("el pigmento más viejo del mundo") surgen personajes e historias -como la del Chileno, Roberto, el Doctor y su gente- pero también se suman otros lugares, como una casa en Villa Gesell, en el Tigre, que nuclean muchos momentos claves del relato, y ayudan a establecer una cronología de los hechos.

"El de Gesell -precisa-, es un paisaje de mi infancia, aunque al final se fusiona con la historia de la fábrica, menciona el autor.

En el conjunto de la extensa trama se recorta el tiempo anterior al golpe militar, esos días de politización y militancia y como ese clima efervescente de época va a conducir a cambios inexorables en las familias involucradas en esta historia.

"Todo el mundo de la militancia entra en el trabajo, en la vida cotidiana sin que nos diéramos cuenta", recuerda el escritor, cuyos cuentos "Ay mamá" y "Siesta" fueron finalistas del Premio Internacional de cuento Juan Rulfo, organizado por Radio Francia en colaboración con el Instituto Cervantes, la Casa de América Latina y el Instituto Cultural de México en París.

"La dictadura es un terremoto que ocurre en la mitad de la novela que va a modificar muchas cosas, aunque algunas continúan, como la fábrica y muchos de los personajes principales que sobreviven a los cambios", señala Escolar.
Entre los personajes hay un chico que habla en verso, "que existió, no era alguien que siempre lo hacía pero a mí me quedó esa sensación, continuamente estaba recitando".

De pronto, el lector se ve sumergido en una especie de realismo mágico que se plantea sin aviso, como las premoniciones de quien cuenta la historia o una urna traída de contrabando de 500 años, que provoca una serie de males a sus portadores y a los lugares donde es transportada hasta devolverla a su sitio originario en el desierto chileno.

Esta impresión se ve acentuada por una cita puesta al principio que corresponde a la novela de García Márquez El amor en los tiempos de cólera: -¿Y hasta cuándo cree usted que podemos seguir con este ir y venir del carajo?, preguntó. Florentino Ariza tenía la respuesta preparada desde hacía cincuenta y tres años, siete meses y once días con sus noches. -Toda la vida, dijo".

Y subraya sobre los personajes: "Ninguno es nadie de mi familia, pero entre todos arman esa sensación que yo tengo de mi pasado. Algo extraño. La primera parte es más naif, relacionada con la forma en como uno imagina su infancia y eso se va oscureciendo hasta llegar a la dictadura, aunque en el momento no se percibe con transparencia", remarcó Escolar.

Casi al final hay una larga carta del escritor a su hijo: "Después me di cuenta de que era más fantasiosa de la novela que había imaginado".

"... Mi vida fue muchas veces un reflejo empalidecido de mis cuentos y mis novelas; al principio era un juego de coincidencias que parecían despertar de escritos olvidados para presentarse sin aviso por el, por entonces aburrido paisaje de mis días -apunta Escolar en la carta- Entonces pensé que la historia, mi historia, podía ser mía si primero la contaba yo, y esta revelación fue, probablemente la que me decidió a seguir escribiendo y ser escritor...".

"...como mucho más tarde fui entendiendo, en la literatura, al igual que en la realidad, nunca aparecerían aquellas cosas que yo quería que aparecieran (...) Mis personajes y mis historias jamás serían lo que yo querría que fueran. Mi vida, por supuesto, tampoco", remató en la novela.

Fuente: Télam

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