La mayoría coincidió con el fiscal Jorge Silva Molina en cuanto a la culpabilidad del acusado, mientras que el de la minoría adhirió a la postura de la defensa, respecto a que no se pudo saber de qué manera murió la víctima.
El 6 de agosto del 2005, Griselda Verónica Vergara discutió con su concubino José Pérez, en la casa del barrio Eva Perón. La mujer quiso irse y llevarse a los hijos, pero el hombre se lo impidió y le quitó el bolso que había armado.
Pero la mujer salió sola y Pérez la alcanzó en su moto, la hizo subir y ambos se alejaron. Esa fue la última vez que vieron con vida a Griselda.
El cuerpo apareció 10 días después, en un descampado cercano a la margen del Río del Valle, en el sector de Aguas Coloradas, y varias semanas mas tarde fue identificada la víctima, ya que estaba en avanzado estado de descomposición.
El fiscal Jorge Silva Molina coincidió con la postura de los médicos forenses sobre las causas de la muerte, al sostener que Griselda Vergara fue sofocada hasta morir, y luego el agresor montó una escena en ese lugar, como para aparentar un ataque sexual.
Silva Molina había pedido 21 años de prisión para el acusado, por el delito de homicidio simple.
Los abogados defensores, Víctor Pinto y Fernando Ávila, remarcaron las dudas sobre las reales causas de la muerte, ya que los dictámenes médicos no eran concluyentes.
Por ello solicitaron la absolución por el beneficio de la duda a favor del acusado.
Los jueces Moreno y Palacios, coincidieron con el criterio sustentado por el fiscal, y consideraron a Pérez, culpable de homicidio simple.
En disidencia total, Carlos Roselló se pronunció por la absolución.