La habitación es ocupada por una familia de apellido Albornoz, que perdió la mayoría de sus pertenencias, consumidas por las llamas.
Los demás inquilinos notaron el humo que salía de la habitación, y de inmediato llamaron a los bomberos.
Un móvil de la comisaría Segunda fue el primero en llegar, pero se requería con urgencia una dotación de bomberos porque las llamas se habían expandido rápidamente.
Al llegar la autobomba, nada se pudo hacer para evitar las pérdidas, que incluyeron un ropero, una mesa, parte de una cama, un televisor y el radiograbador.
Las llamas afectaron además las paredes y todo lo que se encontraba en el interior.
Por fortuna, en ese momento no había personas en la habitación, y no hubo que lamentar víctimas de las llamas o del humo.