"Ahora que puedo hablar sin llorar, ahora que he salido al mundo, que sé lo que es el sol, tal vez pueda explicar que vivía prácticamente secuestrada por mi padre. Hay tanto por contar...el no dejó de abusarme jamás", aseguró la mendocina a la periodista Marina Correa, quien la entrevistó y escribió el texto que fue publicado este mes.
Lucero adelantó que planea contar su historia a través de un libro. "Para mí sería imposible escribir una sola palabra, pero sí podría dibujar. Me gustaría que alguien me ayudara a desarrollar la única manera de expresión que encontré mientras estaba presa en aquella casa: el dibujo", describió. Su hermano Gabriel, que la acompañó durante la entrevista, añadió que su intención es encontrar "a un buen escritor que quiera narrar esta historia".
Durante el reportaje, la víctima se negó a responder preguntas sobre su madre, una empleada del Poder Judicial de Mendoza que nunca denunció lo que sucedía en su casa y que encubrió a su marido al proclamar como suyos los hijos que tenía Cecilia producto de las violaciones. Al momento de hacer la denuncia, los vástagos tenían 19, 17, 16, 12, 11, 6 y 2 años. Había dado a luz al primero a los quince años, y aseguró a Para Ti que, en principio, sentía rechazo por cada bebé que nacía. "Ahora estoy aprendiendo a amarlos, porque además nunca fueron míos, nacían y todos los bebés pasaban a ser hijos de mi madre y mi padre", explicó, y aseguró que su progenitor la obligaba a tomar "yuyos" para que abortara.
"Ahora soy libre"
Armando Lucero murió en prisión en 2010, a los 68 años, un año después de que su hija lo denunciara ante el fiscal de la provincia de Mendoza, Marcelo Gutiérrez del Barrio. El impulso de Cecilia para romper el silencio se produjo luego de ver cómo su padre intentaba abusar de una de sus hijas, de 15 años.
Los peritos forenses encargados de la causa lo calificaron como un "psicópata perverso, seductor, con tendencia a la pedofilia". Fue detenido en junio de 2009, acusado de abuso sexual con acceso carnal en un mínimo de siete oportunidades, agravado por el vínculo. Cuando se le preguntó a su hija lo que sintió al enterarse del fallecimiento, respondió: "Lloré, pero fueron lágrimas que recordaban años de infierno. Él me decía siempre que yo me iba a morir antes que él y que si iba a la cárcel saldría sólo para matarme. Ahora soy libre".
Según relató, durante los años que convivió con su padre, asistentes sociales se presentaron en su casa en tres oportunidades, pero ella no pidió protección ni lo acusó en ninguna de ellas. "Él siempre estaba presente y era imposible decir una palabra", describió, y agregó que en ese momento ella "era alguien sin palabras, aterrorizada y condenada a no hablar, por el miedo a su muerte, la de sus hijos o sus hermanos". El victimario la abusaba "prácticamente todos los días", y ella no podía evitarlo. "Era imposible por su fuerza, me pegaba y siempre andaba con cuchillos y sevillanas encima", aseguró.
También fueron tres las ocasiones en que intentó quitarse la vida "tomando pastillas", pero contó que su padre se dio cuenta y la castigó por haberlo hecho.
En la actualidad, Cecilia vive con sus hijos, asegura que hoy piensa en generar para ellos "el amor" que nunca tuvo y alienta a las mujeres que pasan situaciones similares a la suya que denuncien la agresión. "Hoy miro hacia el futuro y quiero empezar a construir una vida con mis hijos. Quiero empezar a ser feliz y le pido a cualquier mujer que lea mi historia y esté atravesando por algo parecido que grite su pena, se encomiende a Dios y no se resigne a morir en vida, que denuncie", clamó.
Fuente | lanacion.com.ar