“Cuando estábamos yendo, nos hacen señas, (en Julio Argentino Jerez y San Isidro) dos personas, les hago juego de luces para que se corran, así podíamos entrar por la calle a ver qué pasaba, le digo a la médica: ‘Vamos doctora, vamos a ver qué pasa’”, le contó Ferrando a EL LIBERAL, mientras se recuperaba de la terrible paliza que recibió.
“Cuando bajo, no vi a nadie, y cuando quiero subir de nuevo me pusieron el revólver en la cabeza y por la otra puerta subieron otras dos personas; ‘no me mires, no me mires’, me decían, y yo no los miraba, ya me había puesto un poco nervioso, entré en pánico”, relató.
Los delincuentes, que eran cinco en total, le indicaron al paramédico que arrancara la ambulancia y los llevara hasta inmediaciones de la ex fábrica Grafa.
Los nervios que le provocaba recordar la escena, eran cada vez más evidentes en el rostro de Luis; hablaba despacio, pero no hacía ninguna pausa, como si contar la escena lo ayudara a expulsar el dolor.
“Me dicen que me baje y ahí alcanzo a agarrarle el revólver al que me estaba apuntando, lo ahorco y lo tiro a los yuyos, vino uno me pegó desde atrás con un fierro o con la culata de algo; el que yo había tirado, me apoyó el revólver en la cabeza y me gatilló ocho veces”, recordó con notable nerviosismo Ferrando.
“Me tiraron al piso y me pateaban mientras uno gritaba, `matalo, matalo, es grande no lo vamos a poder aguantar´. Yo mido 1,90 y peso 112 kilos, por eso no querían que me levante; me pateaban y me pegaban en la cabeza hasta que sentí que me desvanecía”, sostuvo el paramédico. Luego, los delincuentes se fugaron.
A los pocos segundos, y con ayuda de Ibáñez, logró recobrar la conciencia y se subió a la ambulancia. Le habían robado las zapatillas, el celular y la billetera. A la médica le habían sustraído una computadora portátil y la cartera con dinero y su teléfono.
“Puse marcha atrás y arranqué, casi choqué un camión que salía de la Grafa, la médica me sacudía para que no me desmayara, así llegué hasta mi casa que quedaba de pasada y pedí ayuda, me volví a desmayar en la Policía”, contó.
“Estaban locos, querían plata, lo que teníamos encima, se querían llevar la ambulancia. Yo pedía por favor que no me maten por mis hijos, pienso que me dejaron porque pensaron que había muerto”, reflexiónó.
De acuerdo con el relato del hombre de 36 años, la médica no sufrió tanto la violencia de los ladrones, ya que sólo le apuntaron con el arma y le robaron las cosas que traía.
“Tratamos de hacer todo bien, trabajamos para la gente pobre, eso nos inculcaron los profesores, y la gente lo mismo te insulta o te maltrata, nosotros trabajamos para ellos porque la gente rica tiene otras ambulancias, no nos llama a nosotros”, concluyó con tristeza Ferrando.
Fuente: elliberal.com.ar