Y en el análisis de las causas, siempre se llega a la conclusión de que el flagelo afecta a la capas socio culturales mas bajas de la población, y sobre todo a los jóvenes.
Ya sean problemas económicos, sentimentales, familiares o de salud, quienes han tomado la decisión de quitarse la vida tienen un factor común, que es la falta de visión positiva sobre el futuro, ese sentimiento de que “ya no hay una salida”, y el no tener a quien acudir en ese momento de extrema tensión interna.
La discusión sobre el rol de los medios en el tratamiento del tema, ha pasado a ser quizá más importante que el problema mismo.
Falta autocrítica de la prensa, pero también es cierto que hasta el día de hoy, han sido los medios los únicos que han abordado la problemática con cierta rigurosidad.
Mas allá de los errores que se puedan cometer en el tratamiento de los casos, de los excesos que el periodismo por mostrar una noticia, no se ha visto a nivel institucional ninguna acción directa para prevenir este drama social.
Los vanos intentos de habilitar líneas telefónicas de asistencia al suicida, las pocas respuestas oficiales al problema, y las presiones sociales que afectan al individuo frágil, son el caldo de cultivo para que este problema, en vez de tender a bajar en sus índices, por el contrario parece incrementarse año a año.
Para dar un ejemplo, en el periodo enero mayo del año pasado, se habían quitado la vida no mas de 15 personas.
En cambio, en lo que va del 2007, en idéntico lapso, ya suman 23 casos, lo cual habla de una tendencia sumamente preocupante.
Entonces, es hora de que las autoridades decidan abordar el tema en profundidad, busquen la manera de prevenir, sobre todo en los jóvenes, y definitivamente darle un corte definitivo a un problema del que parecen no haber tomado conciencia hasta hoy, a pesar de que ya lleva cinco años.