Un tanto ruborizado, éste reveló a los médicos que había recurrido al rulemán para extender una noche de pasión.
Aún ignorando los detalles “técnicos”, el paciente habría empleado el rulemán para interrumpir el flujo sanguíneo de su pene, lo cual devendría en una erección más prolongada.
Claro que el propio masculino sabía que cumplido el cometido, de inmediato debía ser retirado el original motivador sexual. Eso no fue posible y sobrevino la preocupación, acentuada porque no decaía la tan anhelada erección.
Agotados todos los intentos, y sin importar la vergüenza emergente, el hombre fue conducido al Hospital Regional con evidente estrangulamiento de su miembro.
Rápidamente, las enfermeras fueron desalojadas de la sala y los hombres asistieron al paciente, interviniéndolo quirúrgicamente para liberarlo de semejante trance.
Fuente: elliberalweb.com.ar