Marín había regresado de trabajar en la mina Farallón Negro, y luego de saludar a su mujer y sus hijas, se dirigió a una habitación para tomar el veneno.
El hecho fue descubierto por una de las hijas, y de inmediato llamaron a la policía y al hospital zonal para que envíen una ambulancia.
Cuando el auxilio llegó, la víctima agonizaba, y aunque fue llevado al nosocomio en forma urgente, los médicos nada pudieron hacer para salvarle la vida.