Cuando Alfonsín finalizó su mensaje, Alchouron, rompiendo todo protocolo, imprevistamente, decidió quedarse con la última palabra. Tomó el micrófono y cerró la ceremonia afirmando: "Estoy orgulloso como argentino de haber podido discutir en esta tribuna centenaria qué piensa cada argentino: el que representa a la producción y el presidente de la Nación. Esto, señores, es democracia".
Igualar a un representante sectorial con un presidente de la Nación surgido de la voluntad popular en elecciones libres es un concepto que suele poblar el lenguaje de los empresarios argentinos. De hecho, dos décadas después, durante el conflicto entre el gobierno nacional y la patronal agraria por las retenciones en 2008, esa fue una de las ideas fuerza de la Mesa de Enlace, graficada de manera explícita en las pantallas partidas de la señal TN.
Sorprende sí la idea del debate democrático postulada por Alchouron, según la cual el dueño de casa expresa su postura y el orador invitado debe responder mientras gradas repletas no paran de silbar y abuchear. "Es una actitud fascista no escuchar al orador" había bramado Alfonsín.
Aquella tarde, el conflicto también remitía a las retenciones, que el gobierno radical había repuesto en 1987, y al desdoblamiento cambiario para las exportaciones agropecuarias anunciado por el ministro de Economía Juan Sourrouille. La SRA quería un dólar libre para sus exportaciones.
La dirigencia de Carbap de aquellos años habló de "un socialismo trasnochado". La CRA diagnosticaba que lo que tenía la Argentina por delante era "la disolución a corto plazo o la restauración nacional".
"Una buena parte de los chacareros están sentados sobre su soja. Sin deudas, esperan cotizaciones aún más elevadas para venderla". La cita no remite a la puja desatada por la resolución 125 o a la más reciente por el nivel de las reservas del Banco Central de enero de 2014. Pertenece en realidad al análisis que Silvia Naishtat (hoy columnista de Clarín) realizaba en su nota "La patota ganadera" en el número 204 de la revista El Periodista, que ediciones de La Urraca publicó el 19 de agosto de 1988, días después del abucheo a Alfonsín.
"No creo realmente que sean productores agropecuarios los que tienen este comportamiento", dijo Alfonsín mirando a las gradas de la pista central del predio de Palermo. "Son los que muertos de miedo se han quedado en silencio cuando han venido acá a hablar en representación de la dictadura", disparó aquella tarde gris el líder radical.
Había algo de benevolencia en esas palabras. En setiembre de 1980, la cúpula de la SRA concertó una audiencia con el ministro del Interior, general Albano Harguindeguy, para solicitarle "que no se apresure una salida política". Como lo muestra la foto de tapa del diario Clarín, uno de los participantes del cónclave es Alchouron. No era miedo lo que inspiraba el silencio de la dirigencia rural durante la dictadura. Era complicidad.
Fuente: Télam
