En este marco, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el presidente chileno Sebastián Piñera se reunirán en pocas semanas en Santiago con sus respetivos Gabinetes, en la tercera edición del mecanismo de diálogo y concertación política, con el objetivo de continuar profundizando nuestros vínculos históricos.
Este mecanismo propone una novedosa estrategia de inserción y un modelo de relacionamiento para la región, al abordar en profundidad todos los temas de la diversificada agenda bilateral e involucrar a todos los niveles del gobierno y la administración, incluidas las provincias argentinas limítrofes con Chile que se relacionan anualmente con las regiones chilenas en siete Comités de Integración.
Las bases y lineamientos de la relación bilateral fueron reafirmados el año pasado cuando la presidenta Cristina Fernández de Kirchner firmó junto a la entonces presidenta chilena, Michelle Bachelet, el Tratado de Maipú de Cooperación e Integración. Este fue un acto de gran simbolismo para nuestra historia común: dos presidentas mujeres, representantes de dos democracias en constante maduración, recrearon, en las puertas del Bicentenario, aquel abrazo que en ese mismo lugar se dieron, dos siglos antes, San Martín y O´Higgins, en pleno fragor de la lucha por las patrias nacientes.
El abrazo simbólico de Maipú se ha transformado en un nuevo hito en un camino recorrido con perseverancia y convicción, que trasciende banderas políticas y que ha continuado el gobierno de Sebastián Piñera.
Hoy avanzamos apostando a los compromisos acordados en el Tratado de Maipú: el proyecto para la construcción del Túnel de Agua Negra y la del Ferrocarril Trasandino Central, que transformarán la geografía económica de las regiones involucradas y la del Cono Sur, acercando el corazón productivo argentino a los mercados de Asia y Oceanía, orientando el eje productivo del MERCOSUR hacia la cuenca del Pacífico a través de los puertos chilenos.
Con igual ímpetu trabajamos en pos de la facilitación fronteriza, con la mirada puesta en el largo plazo, con el objetivo de convertir nuestros territorios en espacios comunes para la circulación ciudadana. En el corto plazo, progresamos en la conectividad en materia vial, en la infraestructura de los complejos integrados de frontera, varios de los cuales funcionarán con cabecera única en los territorios de uno y otro país y en la implementación de la Tarjeta Vecinal Fronteriza, que facilitará la circulación de quienes diariamente cruzan la frontera para estudiar, atenderse en hospitales o visitar familiares.
En los próximos años se invertirán aproximadamente 300 millones de dólares para mejorar los accesos en 13 pasos fronterizos priorizados. Hasta ahora, el corredor principal entre Argentina y Chile ha tenido como eje el Complejo Cristo Redentor. Sin embargo, el afianzamiento del Paso de Jama, la pavimentación total del Paso Pehuenche y la futura concreción del Túnel de Agua Negra permite proyectar ejes definidos de desarrollo económico regional.
Estos objetivos y compromisos dan cuenta de una relación bilateral que avanza mostrando un itinerario posible para la región, no sólo porque permitirá transformar la fisonomía económica de nuestras regiones, sino también porque será un testimonio de lo que la política exterior y la integración pueden hacer por el desarrollo a nivel local y regional. Con ese norte trabajarán los ministros en Santiago el próximo mes de octubre.
En el día en el que hermanos chilenos festejan su Bicentenario, nunca más oportuno que reiterar el ejemplo que nos legaron nuestros próceres comunes: José de San Martín y Bernardo O"Higgins. Así como aquellas generaciones fueron capaces de afrontar los desafíos de su época y, contra toda dificultad, levantaron cada uno los cimientos de una patria independiente. Ahora, argentinos y chilenos del siglo XXI debemos ser capaces de afrontar juntos los nuevos desafíos de la globalización, para que las nuevas generaciones gocen de los beneficios de una región integrada al mundo con progreso y democracia.
Este mecanismo propone una novedosa estrategia de inserción y un modelo de relacionamiento para la región, al abordar en profundidad todos los temas de la diversificada agenda bilateral e involucrar a todos los niveles del gobierno y la administración, incluidas las provincias argentinas limítrofes con Chile que se relacionan anualmente con las regiones chilenas en siete Comités de Integración.
Las bases y lineamientos de la relación bilateral fueron reafirmados el año pasado cuando la presidenta Cristina Fernández de Kirchner firmó junto a la entonces presidenta chilena, Michelle Bachelet, el Tratado de Maipú de Cooperación e Integración. Este fue un acto de gran simbolismo para nuestra historia común: dos presidentas mujeres, representantes de dos democracias en constante maduración, recrearon, en las puertas del Bicentenario, aquel abrazo que en ese mismo lugar se dieron, dos siglos antes, San Martín y O´Higgins, en pleno fragor de la lucha por las patrias nacientes.
El abrazo simbólico de Maipú se ha transformado en un nuevo hito en un camino recorrido con perseverancia y convicción, que trasciende banderas políticas y que ha continuado el gobierno de Sebastián Piñera.
Hoy avanzamos apostando a los compromisos acordados en el Tratado de Maipú: el proyecto para la construcción del Túnel de Agua Negra y la del Ferrocarril Trasandino Central, que transformarán la geografía económica de las regiones involucradas y la del Cono Sur, acercando el corazón productivo argentino a los mercados de Asia y Oceanía, orientando el eje productivo del MERCOSUR hacia la cuenca del Pacífico a través de los puertos chilenos.
Con igual ímpetu trabajamos en pos de la facilitación fronteriza, con la mirada puesta en el largo plazo, con el objetivo de convertir nuestros territorios en espacios comunes para la circulación ciudadana. En el corto plazo, progresamos en la conectividad en materia vial, en la infraestructura de los complejos integrados de frontera, varios de los cuales funcionarán con cabecera única en los territorios de uno y otro país y en la implementación de la Tarjeta Vecinal Fronteriza, que facilitará la circulación de quienes diariamente cruzan la frontera para estudiar, atenderse en hospitales o visitar familiares.
En los próximos años se invertirán aproximadamente 300 millones de dólares para mejorar los accesos en 13 pasos fronterizos priorizados. Hasta ahora, el corredor principal entre Argentina y Chile ha tenido como eje el Complejo Cristo Redentor. Sin embargo, el afianzamiento del Paso de Jama, la pavimentación total del Paso Pehuenche y la futura concreción del Túnel de Agua Negra permite proyectar ejes definidos de desarrollo económico regional.
Estos objetivos y compromisos dan cuenta de una relación bilateral que avanza mostrando un itinerario posible para la región, no sólo porque permitirá transformar la fisonomía económica de nuestras regiones, sino también porque será un testimonio de lo que la política exterior y la integración pueden hacer por el desarrollo a nivel local y regional. Con ese norte trabajarán los ministros en Santiago el próximo mes de octubre.
En el día en el que hermanos chilenos festejan su Bicentenario, nunca más oportuno que reiterar el ejemplo que nos legaron nuestros próceres comunes: José de San Martín y Bernardo O"Higgins. Así como aquellas generaciones fueron capaces de afrontar los desafíos de su época y, contra toda dificultad, levantaron cada uno los cimientos de una patria independiente. Ahora, argentinos y chilenos del siglo XXI debemos ser capaces de afrontar juntos los nuevos desafíos de la globalización, para que las nuevas generaciones gocen de los beneficios de una región integrada al mundo con progreso y democracia.
Fuente: Télam
