Era un intelectual riguroso, metódico, indagador, muy informado, inconformista, crítico de todo dogma y siempre comprometido con los principios de igualdad, justicia, democracia y emancipación social.
Lector voraz, pese a la virtual ceguera que lo jaqueaba desde hace años, era, por sobre todo, un maestro extraordinario y de célebre generosidad con su tiempo y saberes.
Profesor honorario de la Universidad de Buenos Aires, fue uno de los mayores especialistas en política agraria del país. Dirigía con entusiasmo el Comité Editorial de la revista Realidad Económica, del IADE, institución de la que era presidente honorario y amigo entrañable.
Había sido presidente del INTA, director del Centro de Investigaciones Económicas y Financieras de la CGE, director del Banco de la Nación Argentina y secretario de Agricultura con la gestión de José B. Gelbard en el Ministerio de Economía durante las presidencias de Héctor Cámpora y Juan D. Perón.
Sus ya clásicos “Historia económica de la ganadería argentina” y “El desarrollo agrario argentino”, son libros considerados imprescindibles para analizar las transformaciones de la estructura económica y social del campo durante el Siglo XX. Sus investigaciones al frente del Grupo de Estudios Agrarios (GREA), que fundó y dirigía, sus eruditos análisis de coyuntura, sus conferencias, cursos y charlas lo tuvieron activo hasta el final de su vida.
La disputa entre el gobierno y los productores rurales, abierta en 2008, hizo que su palabra fuera renovadamente requerida por los medios, las universidades y las organizaciones sociales.
La profundidad de su pensamiento y la consecuencia de sus principios hacen de estas nuevas intervenciones piezas clave para entender no solo el conflicto actual, sino las eventuales vías de resolución en un sentido progresista y en pos del bienestar y la emancipación de las mayorías populares.
Horacio Giberti lega, así, un material valioso para entender el pasado, interpretar el presente y transformar el futuro.
Hace menos de un año, en agosto del 2008, el Congreso de la Nación lo homenajeó otorgándole la distinción de “Mayor notable”, que recibió con la serena satisfacción de quienes culminan su vida con el deber cumplido.
Viudo desde hacía tres años de su compañera de toda la vida, Julieta Menassé, deja dos hijos, Víctor y Jorge, tres nietos, Gabriela, Alejandro e Irene y un bisnieto, Joaquín. Deja discípulos de todas las generaciones, alumnos, lectores, amigos y un montón de afectos que atesoró en su vida.
Se va un hombre sabio, un hombre probo, un hombre bueno, de esos que cuando parten nos dejan, a todos, un poco huérfanos. Los restos de Giberti son velados en Zuccotti, ubicado en Av.Córdoba 5085. (Telam)