Desde el año pasado, cuando el predio de Monte Peloni pasó a ser administrado por un comodato a título de la Comisión por la Memoria de Olavarría, Araceli decidió instalarse en una vivienda cercana a la casa en la que permaneció detenida durante más de dos meses, en 1977.
"Alguien tenía que venir y quedarse para que esto no se cayera a pedazos y se perdieran cosas que pueden ser usadas para esclarecer el caso. Me preguntaron si quería y les dije que sí. Así que acá estoy", contó sobre su decisión de vivir a sólo metros del lugar en el que padeció el encierro y la tortura bajo el terrorismo de Estado.
Peloni era la familia propietaria de la estancia ubicada en Sierras Bayas --a quince kilómetros de Olavarría--, donde el Ejército estableció, a mediados de los '70, un centro de detención comprendido en el área represiva 124, que abarcaba buena parte de la Provincia de Buenos Aires.
Desde el pasado lunes, el sargento Omar Antonio Ferreyra ("Pájaro"), el capitán Walter José Grosse ("Vikingo"), el general Ignacio Aníbal Verdura y el teniente primero Horacio Leites son juzgados por los crímenes de lesa humanidad que se cometieron allí, que incluyen tormentos, privaciones ilegítimas de la libertad y asesinatos.
Cuesta imaginar que en medio de ese paisaje arbolado y rodeado de las suaves ondulaciones de la serranía bonaerense, haya funcionado un lugar en el que decenas de militantes padecieron la tortura y la muerte.
"Parece mentira, es difícil imaginarlo, pero pasó", remarcó Araceli antes de comenzar a recorrer el derrotero que la llevó al horror de Monte Peloni.
"Empecé a militar de chica en la Juventud Peronista, en 1972, en La Plata. Años después, en medio de un clima que se hacía insostenible y con el golpe en ciernes, nos vinimos a Olavarría con mi hermana y su pareja", rememoró.
Se refiere a Amelia Isabel ("Pichuca") y Juan Carlos Ledesma, que fueron secuestrados el 15 de septiembre de 1977 por efectivos del Ejército y la Policía en operativos dirigidos contra integrantes de la Tendencia Revolucionaria del Peronismo que vivían en Olavarría.
Un día antes, en Tandil, cayó el padre de Amelia y Araceli, el subcomsario de la Policía Bonaerense Francisco Nicolás Gutiérrez, que tras sufrir varios días de tortura fue trasladado a La Plata.
"A mí y a Néstor (Elizari, su pareja de entonces) nos secuestraron en Olavarría el 16, una patota de 20 tipos armados. Me llevaron a la Brigada de Las Flores y después me trajeron acá, con otros compañeros", señaló.
En Monte Peloni se sucedieron varios días de encierro, torturas y abusos padecidos junto a otros militantes como Carmelo Vinci, el primer testigo en declarar en las audiencias del proceso que se sigue en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad del Centro (UNICEN).
"Acá había una guardia, y los que torturaban venían de Tandil, pero también estaban Ferreyra y Grosse, que parecían disfrutar mucho de todo eso", apuntó.
Tras dos meses de cautiverio, Araceli es "blanqueada", se la somete a un Consejo de Guerra, a fines de 1977 y queda a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN).
"Me mandaron a Azul y después a la cárcel de Villa Devoto. Cuando estaba presa, me vino a ver Grosse a la cárcel para decirme que me cuidara. Y todavía anda diciendo que no me conoce", detalló sobre uno de sus captores.
En 1980, recupera la libertad pero sigue a disposición del PEN y dos años después se traslada con su padre, destituido de la Policía por "abandono de servicio", a Córdoba.
"A mi hermana no la vi más y a su compañero tampoco. A mi viejo se lo chuparon y los acusaron de haber abandonado su trabajo. Recompuse mi vida junto con mis hijos y me sumé al movimiento de derechos humanos cuando la dictadura terminaba", evocó.
Araceli se integró a la APDH, declaró en la Conadep y en el histórico Juicio a las Juntas, convencida de que debía testimoniar contra los crímenes del terrorismo de Estado.
"Después de revivir todo eso me dio una pena muy grande la Obediencia Debida, el Punto Final y los indultos de (Carlos) Menen, pero nunca bajé los brazos", aseguró.
En los 90, Araceli funda un hogar para alojar a los pibes de La Plata en situación de calle que bautizó con el nombre de "Pichuca Gutiérrez", en homenaje a su hermana desaparecida.
Años después volvió a testificar contra los genocidas en los Juicios de la Verdad, y en 2012 lo hizo en el proceso del Circuito Camps, que se llevó a cabo en La Plata.
Hace una década, cuando el entonces intendente de Olavarría, Helios Eseverri, nombró al represor Ferreyra como director de Control Urbano, Araceli lo persiguió a los gritos por la Municipalidad, en escenas que luego fueron difundidas por el programa de TV Punto Doc.
Actualmente, está en Sierras Bayas, dispuesta a contarle a quien desee escucharla la historia de Monte Peloni y del terrorismo de Estado en Olavarría.
"Hay gente que viene y llora, se agarra la cabeza. Pienso que debemos recordar, pero sin tanta solemnidad. A pesar de lo que pasamos, no tenemos que perder la alegría. Este juicio le va a abrir la cabeza a mucho gente en Olavarría, y por luchamos tantos años", puntualizó.
Fuente: Télam
