En cierto que sin la libertad de expresión no habría democracia. Lo que no es verdad es que cortar deliberadamente vías de circulación pública, una calle, una ruta o destruir edificios públicos sea parte de la libertad de expresión.
Cuando se habla de la libertad de expresión en su artículo 14, la Constitución protege el derecho de todos los habitantes de la Nación a "publicar sus ideas por la prensa sin censura previa".
Lo que muchos no saben o ignoran es que los constituyentes de 1853, al proteger la libertad de expresión, tenían en vista la protección de la palabra en cualquiera de sus formas, y no de cualquier acción que pretendiera escudarse detrás de ella.
No hay duda de que las protestas y las movilizaciones están conectados a ciertas ideas de reivindicación, pero ello no quiere decir que la libertad de expresión los protege como si fueran manifestaciones escritas u orales, puesto que sus ideas no se expresan mediante palabras, dichos o imágenes, sino mediante la imposición de la fuerza, la violencia, la intimidación y el abuso contra los portadores de otros derechos como el de "comerciar", "permanecer, transitar" y "usar y disponer de su propiedad", a los que también consagra el artículo 14 de la Constitución.
El derecho de expresarse públicamente no incluye las acciones compulsivas contra terceros porque, si éste fuera el caso, no estaría protegida sólo la libertad de la expresión escrita u oral, sino también la "expresión corporal" en cualquiera de sus formas: por ejemplo, usurpar y dañar viviendas, edificios públicos o calles en nombre de alguna reivindicación.
{adr}Aceptar esta irrazonable extensión de la libertad de expresión a los más diversos ámbitos implicaría otorgar a todos el derecho de atacar a todos, y ésta es la definición misma de la anarquía. Nadie puede coartar la libertad de informar y de opinar, esto es la libertad del decir, pero que no se puede extender este derecho irrestricto a la libertad de hacer lo que se quiera, porque en tal caso los prepotentes se adueñarían de la sociedad.
Con estas conceptualizaciones queda claro que la salvaje manifestación de los Municipales en la jornada de ayer estuvo fuera de los carrilles normales de una sociedad que pretende erigirse en democrática y garante de las libertades. Acciones vandálicas como las vivenciadas y soportadas estoicamente por agentes del orden y empleados del Concejo Deliberante Capitalino no son las deseadas por una comunidad harta y saturada de violencia y atropellos.
Deberán entonces los dirigentes gremiales rever posturas y metodologías de cara a una sociedad que reclama a gritos seguridad, protección y respeto. Que reclama una cuidadosa y detallada distinción, por parte de quienes ejercen el derecho de protesta, de los conceptos de LIBERTAD y de LIBERTINAJE.
Alejandro Acosta