En ella afirma que “la tarea emprendida por los argentinos en 1983 consistió, no en una restauración de la democracia, sino en una construcción de la democracia” y que la distinción entre estas dos cosas “lleva implícita la idea de que el gran esfuerzo que comprometía a todos en la estabilización institucional del país debía recorrer caminos nuevos y replantear en profundidad los contenidos de la cultura política argentina”.
Es por eso que consideró que “la democracia precisaba –y precisa- del concurso de todos desde su lugar de trabajo y desde su respectivo grado de responsabilidad para hallar marcos de acción común mediante la elaboración y el diálogo”.
Sin embargo, sostuvo que “ello no excluye, sin duda tempestuosos debates y agrios enfrentamientos de coyuntura”.
Por último señaló que “no será posible resistir la cantidad de presiones que estamos sufriendo y sufriremos, si no hay una generalizada voluntad nacional al servicio de lo que debieran ser las más importantes políticas de Estado expresada en la existencia de partidos políticos claros y distintos, renovados y fuertes, representativos de las corrientes de opinión que se expresan en nuestra sociedad”.(Telam)