A un año de los atentados del 11 de septiembre, el gobierno del presidente George W. Bush logró poner en marcha una serie de mecanismos que aumentan la represión, socavan la disidencia política y violan los derechos humanos al amparo de una nueva doctrina de Seguridad Nacional.
La postura estadounidense con respecto a los derechos humanos, muy bien conocida por demócratas y republicanos, se impuso como norma en los días siguientes a los atentados en Washington y Nueva York, cuando el presidente Bush dejó en claro que libraría una guerra sin fronteras "por la libertad" de Estados Unidos. (Télam).-