Bajo la conducción de los generales José Félix Uriburu y Agustín Pedro Justo, la sublevación militar se hizo del poder, a dos años del aplastante triunfo electoral de Yrigoyen que lo había llevado al gobierno por segunda vez, con el 57 por ciento de los votos.
Yrigoyen inauguró con su primera presidencia, 1916-1922, el ciclo democrático que buscaba dejar atrás el régimen oligárquico, el autoritarismo y el fraude, pero 1930 dio paso a la restauración conservadora con la llamada "década infame".
"Todo el aparato del sistema -prensa, partidos políticos, Sociedad Rural, Jockey Club, empresarios y comerciantes en su mayoría, exportadores, banca, universitarios- y el apronte de una campaña lanzada un año antes con excelente apoyo financiero, se desbarató ante la simple voluntad popular", dice el historiador Jorge Perrone en su Diario de la Historia Argentina, en referencia al triunfo radical de 1928.
Así había llegado Yrigoyen al gobierno aquel año, pero al mismo tiempo, desde ese momento un sector de los militares comenzó a idear un horizonte conspirativo.
Poco antes de asumir, el diario La Nación publicó una carta del ministro de Guerra de Marcelo Torcuato de Alvear, el general Justo, golpista en el ´30 y presidente de facto en el ´31, en la que aseguraba que el uso de "la fuerza para resolver situaciones políticas siempre ha sido nocivo", que él es "un caballero" y no un dictador, afirmaciones que realizó ante rumores de cierta inquietud institucional que ya circulaban.
Yrigoyen terminó gobernando con una fuerte oposición de distintos sectores del poder político, económico y militar; con las disputas entre radicales personalistas y antipersonalistas; con el diario Crítica "anunciando que el país es una bomba a punto de estallar", y con la Sociedad Rural reclamando en medio de un acto, pocos días antes del golpe, "¡Qué renuncie! ¡Que se vaya! ¡Muera el peludo!".
A su vez, el mundo asistía a una crisis económica y financiera sin precedentes que se había iniciado en octubre de 1929 con el crack de la Bolsa de Nueva York.
Esa crisis se había expandido por toda la órbita capitalista dejando sobre todo a los países latinoamericanos en medio de un fuerte descalabro económico y social, en el cual Argentina también estaba inmerso como país exportador de productos primarios.
El 6 de septiembre Yrigoyen fue derrocado y el general Uriburu se hizo cargo del gobierno contando poco después con el reconocimiento de la Corte Suprema de Justicia.
El 10 de septiembre, la Corte firmó una acordada en la que reconoció la acción de fuerza militar "como resorte de orden y seguridad social".
"El gobierno se encuentra en posesión de las fuerzas militares y policiales necesarias para asegurar la paz y el orden de la Nación y, por consiguiente, para proteger la libertad, la vida y la propiedad de las personas".
Se disolvió el Congreso, se decretó la ley marcial, hubo tiroteos en Buenos Aires y fusilamientos en Rosario, y se ordenó la detención de Yrigoyen, quien días más tarde quedó preso en la isla Martín García, sometido a un proceso por delitos políticos y administrativos durante su mandato.
El golpe a Yrigoyen abrió un nuevo tiempo en la Argentina, la de la alternancia entre gobiernos democráticos y dictaduras militares, que se cierra en 1983 tras la dictadura de la Doctrina de Seguridad Nacional y del plan neoliberal, impulsado por Jorge Videla, Emilio Massera, Orlando Agosti, Roberto Viola, Leopoldo Galtieri, José Alfredo Martínez de Hoz, entre otros.
Fuente: Télam
