"Hoy la OIT está viviendo una tensión importante", en parte porque los empresarios "sienten que tienen un escenario ante el reverdecer de las posturas neoliberales en Europa", describió a Télam el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, quien encabeza la delegación gubernamental argentina en la CIT.
Pero "también hay un proceso de debilitamiento de la representación sindical, sobre todo de la europea, que no logra pararse con suficiente fuerza", mientras que "en algunas posturas, el Grulac (grupo que integran las delegaciones gubernamentales de América latina y el Caribe) fue más fuerte y tajante que el propio movimiento obrero", completó el ministro.
Las tensiones parten, además, de la agenda encarada por el director general de la OIT, el británico Guy Ryder, primer sindicalista al frente de la entidad tripartita, en reemplazo del diplomático chileno Juan Somavía.
La elección de Ryder aventuró esperanzas de que la OIT ahondara la línea de Somavía, pero el ex sindicalista ganó por poco margen y, con un poder muy recortado, trazó un programa más afín a los empleadores, encaró un proceso de ajuste que le granjeó algunas broncas y profundizó el eurocentrismo.
A su favor, se lo pondera como dirigente moderno y pragmático, exponente del debate internacional, dispuesto a encontrar un mecanismo para revitalizar los valores de la OIT.
Por otra parte, quienes tienen varios años de conferencias en la OIT aseguran que el Grupo de los Empleadores, liderado hasta 2013 por el argentino Daniel Funes de Rioja, está hoy dominado por los países angloparlantes desarrollados y con tendencia a reemplazar a los verdaderos empresarios por grandes estudios de abogados, perturbando la natural interlocución del tripartismo.
La salida de Funes de la OIT como vicepresidente del Consejo de Administración en representación de los empleadores "fue una gran pérdida, porque, pese a las diferencias, siempre fue un buscador de soluciones que cree de verdad en el diálogo", destacó Tomada.
La apreciación del gobierno coincide con la de la delegación sindical argentina, encabezada por el secretario general de la UOCRA, Gerardo Martínez, quien ponderó el protagonismo del empresario en la búsqueda de soluciones consensuadas y lejos de "la actitud tan radicalizada hoy de los empleadores".
Sin embargo, el sindicalista cargó también la responsabilidad al Grupo de Trabajadores, que debería "tener una estrategia vanguardista, fortalecer el desarrollo y representación sindical en cada país y generar agendas proactivas".
La llamada Oficina, el staff ejecutivo del organismo, es también blanco de críticas. Para Martínez, muchos de sus funcionarios "no están respondiendo a los principios de defensa de derechos y justicia social para los trabajadores y, en su lugar, están hablando de comercio justo. La Oficina se está desnaturalizando de la OIT y está generando una neo-OIT".
En cambio, Funes, presidente de la Organización Internacional de Empleadores (OIE), consideró que la OIT está hoy "mucho más ligada con el mundo internacional y el G-20".
"Antes la OIT era casi un cometa en una constelación que seguía su propia trayectoria con una agenda fijada hacía muchos años, independiente de la realidad", señaló a Télam, aunque también instó a generar cambios, como regionalizar el funcionamiento de la entidad tripartita.
Funes alertó sobre dos desafíos para el organismo: el advenimiento de la cultura jurídica asiática y las migraciones.
"Todavía no sabemos qué impronta tiene esa cultura. Lo que sí sabemos es que en 20 o 30 años, el empleador más grande del mundo será el asiático. Esto va a implicar cambios sobre el diseño del actual modelo global de relaciones internacionales".
En cuanto a las migraciones, el dirigente empresarial planteó: "en el mundo se mueve la tecnología, se mueve la fábrica y también se mueve la gente. Pero "¿bajo qué estándares?".
Otro tema para cuestionamientos y expectativas es este año la reducción de la duración de la CIT, de tres semanas a dos.
"Como todo, es prueba y error. Habrá que corregir errores, probablemente después de esta conferencia habrá que evaluar" el funcionamiento de la CIT, sostuvo Funes, quien encarnó el año pasado la propuesta de acortar la duración de la reunión anual.
"Es una prueba piloto que obliga a un esfuerzo de los participantes a trabajar incluso sábados y domingos, con jornadas muy extendidas y hasta en horarios nocturnos. Será casi maratónico", evaluó Tomada.
En cambio, Martínez consideró que el funcionamiento de la conferencia no depende tanto de la cantidad de días sino de "la capacidad de síntesis, de proponer temas contundentes que tengan un vínculo muy concreto con los grandes problemas del mundo y un mecanismo ágil de tratamiento".
Los nuevos tiempos podrían desalentar el debate fuera de agenda sobre el derecho de huelga, congelado hasta 2016 por acuerdo entre trabajadores y empleadores pero resurgido semanas atrás, discusión que pone en riesgo el funcionamiento de la Comisión de Aplicación de Normas, único órgano de control de la OIT.
Fuente: Télam
