Los candidatos ya hicieron sus propuestas, visitaron pueblo por pueblo, barrio por barrio, casa por casa implorando su voto, porque en la gran mayoría de la gente ya no lo puede canjear por ropa, alimento o dinero.
Se trata de una elección que va a dejar víctimas heridas de muerte política en las últimas horas del domingo, y tal vez la resurrección de muchos dirigentes que estaban olvidados.
Unos dicen que ganando se asegura la continuidad de un crecimiento en la provincia, otros en cambio encuentran groseras fallas en la actual conducción del gobierno que prometen solucionar por el bien de la gente.
Llegó la hora de la verdad, las cartas están echadas, el futuro de la provincia depende solo y únicamente de la voluntad de un electorado que sabrá castigar o premiar una gestión y, en todo caso ofrecer la posibilidad de hacerlo mejor a un candidato que hasta el último minuto antes de la veda, pidió a gritos una oportunidad.