Y acá mismo en Catamarca, a escasa distancia de la ciudad, la población del departamento Valle Viejo aun no comprende para qué se creó el Concejo Deliberante, más bien parece delirante, si quienes integran ese honorable cuerpo son noticia más por los constantes escándalos que por sus reales dotes de funcionarios que están para crear ordenanzas y aprobar proyectos que sean fructíferos para la comunidad toda.
Desde el momento mismo en que comenzó a trabajar esta gestión, el escándalo es el protagonista principal de cada sesión, un concatenamiento de mezquindades y miserias dirigenciales, al cuál no escapa el propio intendente Gustavo Jalile, que siempre se ve involucrado por acción u omisión en las rencillas entre los ediles.
Mientras los vecinos chacareros padecen los pésimos servicios, o necesitan de acciones políticas, sus representantes se encargan de escudriñar estrategias para perjudicar a sus pares, con el firme propósito de sacar algún rédito personal o para algún ser querido.
El bochorno de ayer fue solo otro eslabón más en la cadena de escándalos que persigue al municipio de Valle Viejo. Esta vez hubo agresión física por parte de un edil electo, Silvia Aredes, hacia el vicepresidente del cuerpo, Dardo Soria, por una casi usurpación de cargo por parte de un concejal suplente, Ramón Chazarreta, parece el argumento de una película tétrica pero es la triste realidad por la que atraviesa esa comuna.
Luego de una parodia entre el vicepresidente y el “usurpador”, la concejal Aredes fue en busca del primero y lo abofeteó de tal manera que casi pierde el equilibrio, seguidamente el insulto, grotesco, callejero, irreproducible salió de la boca de la mujer que tuvo que ser controlada por la policía.
A todo esto, el intendente Jalile se encontraba lejos del municipio, curiosamente solicitó licencia en sus funciones. Pareciera ser que es bastante difícil despegarlo de un escándalo como el de ayer, despegarlo en el sentido que parece ser el titiritero, el orquestador, el maestro de ceremonia del lamentable espectáculo que dio el cuerpo deliberativo del municipio.
Lo cierto es que los políticos se pelean, se insultan, se miman, se odian, se aman, todo en un concierto de cinismo difícil de soportar para una persona normal. Mientras tanto ellos saben que la política tiene algo para todos, y es cierto, la política da para todos los políticos y solo migajas para la gente.
