En cada una de las manifestaciones de los estudiantes secundarios marcharon en primera fila y en el centro de la columna. Son Fernando Ramal, secretario general del centro de estudiantes de la escuela Normal N° 1; Alejandro Furman, consejero resolutivo de la Escuela Carlos Pellegrini, y Ramiro Yordan, presidente del centro de estudiantes de la Escuela Juan Pedro Esnaola.
Todos integran la Coordinadora Unificada de Estudiantes Secundarios (CUES), son referentes del grupo que hace más de un mes se enfrenta al Ministerio de Educación porteño y, aunque muchos les reconocen la legitimidad de su reclamo, también les critican su modalidad de protesta, que impacta en el derecho de los otros a estudiar.
LA NACION conversó con ellos a pocos días de la multitudinaria marcha en conmemoración de La Noche de los Lápices y en un contexto en el que 28 escuelas siguen tomadas, para averiguar quiénes son y hasta dónde pueden llevar el conflicto.
"La democracia ha logrado la igualdad jurídica entre las personas, pero no una igualdad real", explicó Yordan. "No es verdad que todos los votos valen lo mismo; vale más el de los empresarios que convence Cristina Kirchner y después bancan la publicidad de campaña", dijo Ramal. "Hay un grupo minoritario que utiliza la democracia para defender sus propios intereses; entonces, si no nos representan y gobiernan para destruir la educación pública, sí digo: «Fuera Macri»", detalló Furman, el de pensamiento más radical.
Furman pertenece a la agrupación Tendencia Piquetera Revolucionaria (TPR), fundada en 2009 como un desprendimiento de la Juventud Socialista. Los otros dos jóvenes pertenecen a esta última agrupación, que es parte del Partido Obrero (PO) y si bien desean un "gobierno de los trabajadores", reconocen que las consignas políticas no deben ser siempre las mismas, ya que tampoco lo es la "movilización social".
Fernando Ramal es hijo de Marcelo Ramal, dirigente del PO. "Vengo de una familia muy politizada, mi papá y mamá militan; mis tíos también. En la mesa, mamé mucho la discusión política y cuando entré en primer año, ya pensaba en la militancia política y el centro de estudiantes", explicó Ramal.
Pertenecen a una generación marcada por la tragedia de Cromagnon, situación que les permitió advertir que "los problemas edilicios no eran exclusivos de los boliches, sino también de las escuelas".
La vida en una toma
Todos los episodios que narran son evidencias que demuestran por qué creen que sólo con la movilización se modifica la realidad. En 2005 se construyó en el Normal N° 1 una salida de emergencia, logro que reconocen a la toma del colegio realizada en aquella época. "Da la casualidad que al Confederación Suiza y al Mariano Acosta los empezaron a arreglar cuando se tomó el colegio; es raro que estuviese planificado justo para esa fecha", sugirió Yordan. Por otro lado, en 2008, y a través de una movilización estudiantil que incluyó marchas y tomas de edificios, los alumnos de secundarios porteños impidieron el recorte de miles de becas estudiantiles.
"Muchos dicen que tomamos los colegios porque nos gusta; yo me quiero matar de tener que tomar el colegio", dijo Ramal. "El primer día puede estar bueno, pero al día 15 no. Pasás frío y dormís mal. Te acostás a las 2 para controlar la seguridad y te despertás a las 7, rodeado de cientos de alumnos para hacer la asamblea", prosiguió el joven. "Mi hermano se burla porque ya no salgo; me dice que estoy viejo, pero la verdad es que estoy cansado", explicó Yordan.
"Estoy todo el día pensando en cómo hacer para que el movimiento triunfe, pero creo que es un sacrificio que hay que hacer", destacó Furman. "Estamos perdiendo días de clases, pero si no cortamos esto de raíz, no se corta más. Es una cuestión de seguridad y si nosotros no hacemos nada con tal de cumplir esos 180 días, algún día va a ocurrir una tragedia", agregó Ramal.
Los padres de estos jóvenes, según ellos mismos afirman, no avalan las tomas, pero sí apoyan la decisión de los estudiantes y reconocen como legítimos sus reclamos. Furman admitió que hay muchos puntos en los que no coincide con sus padres y Yordan explicó que los suyos tenían temor a que se involucrase en política, aunque ya se han "acostumbrado".
Ramal quiere estudiar comunicación; Furman, derecho, y Yordan, el profesorado de música e historia. Insisten en que el conflicto finalizará cuando "presenten planes de obra que comiencen en 2010 y abarquen la totalidad de las necesidades planteadas en las escuelas, con montos de dinero y firmas a la vista. Estamos negociando, ya ni hablamos de las becas y las viandas", según sintetizó Ramal.
LAS MISMAS AULAS, DISTINTAS OPINIONES
Sí, a las tomas
La Coordinadora Unificada de Estudiantes Secundarios (CUES) se formó en 2008, integrada en su mayoría por militantes de partidos de izquierda. Desde ese año, la falta de gas en las escuelas y los problemas con las becas fueron sus reclamos centrales.
No, a las tomas
Los estudiantes que reclaman volver a clase no están organizados formalmente. Tienen más actividad en redes sociales como Facebook. Sólo Franja Morada Secundarios ha criticado abiertamente la medida.
La nación
