Quién fuera la figura más emblemática del sindicalismo argentino, terminó lejos de la actividad a causa de su enfermedad y agobiado por ver a ´su gremio´ al borde de la ruina.
Este fanático hincha de San Lorenzo, que el próximo 27 de marzo iba a cumplir 76 años, respetado por muchos y temido por otros tantos, fue uno de los pocos gremialistas que en 1976 mantuvo su defensa a María Estela (Isabel) Martínez de Perón, hasta su derrocamiento por parte del Proceso Militar.
Su verticalismo lo llevó a enfrentarse en esa época con algunos dirigentes gremiales que le plantearon negociar con los principales referentes militares, y a quienes los arengaba a "caer como peronistas" y no como traidores, según recuerda Alberto Dearriba en su libro "El Golpe".
Su intransigencia al golpe y su verticalismo político al justicialismo, lo llevaron pocos días después de golpe del 24 de marzo de 1976, a compartir la prisión en el buque "33 Orientales" y luego en el penal militar de Magdalena, junto a Diego Ibañez, Rogelio Papagno, Carlos Saúl Menem, Armando Cavalieri, Carlos Gallo y Rodolfo ´Fito´ Ponce, entre otros.
Tras su liberación, Miguel se dedicó a reconstruir su poder sindical y volver a ser el titular de la UOM, algo que logró poco tiempo después y que conservó hasta la fecha.
Con la llegada de la democracia, Miguel junto a Diego Ibañez fueron los principales artífices del encumbramiento a la cúpula de la CGT del dirigente que le hizo al ex presidente Raúl Alfonsín trece paros; Saúl Edolver Ubaldini.
También en 1997, cuando el movimiento obrero se hallaba al borde de la ruptura luego de la renuncia de Gerardo Martínez, Miguel propició la candidatura de Rodolfo Daer, hasta hoy titular de la central obrera de Azopardo 802.
Algunos memoriosos recuerdan que mientras Miguel era el hombre operativo y fuerte del movimiento obrero, el petrolero Ibañez era el ideólogo en la construcción de poder político y sindical y un fino equilibrista en las relaciones con los diferentes gobiernos. (Télam)