En este orden de anuncio salarial, otro punto que no puede eludirse en la posición pasiva y obediente de la mayoría de los sectores gremiales de la provincia, aceptando el juego planteado por el gobierno, respecto a la determinación del aumento en lo que se refiere a fecha de anuncio y monto del aumento, pese a que en los últimos años, Catamarca, que tiene una fuerte dependencia de recursos nacionales, ha triplicado sus ingresos.
Los ingresos, que provienen de la Coparticipación Federal, se han incrementado gradualmente desde el 2003 al presente. Por ejemplo, en el año 2003 Catamarca recibía
28 millones en concepto de fondos coparticipables, en el mes de marzo de este año los ingresos fueron de 90 millones, y si tomamos en cuenta al mes de enero observamos que fue 100 millones de pesos, según datos del ministerio de Economía de la Nación.
Entonces no debe sorprenderse el Estado Provincial ante los innumerables reclamos y amenazas de paros y movilizaciones a lo largo y ancho de la geografía provincial cuando a pesar de los números descriptos en el párrafo anterior, existen en la provincia
9 mil desocupados sólo en la zona del Gran Catamarca, otros 15 mil que desean tener otro trabajo, y más de 70 mil pobres, porque el sueldo no alcanza.
Acaso este aspecto es un factor preponderante en los altos índices de inseguridad que registra la provincia en los últimos meses, sin ánimo de justificar el delito, la gente sabe que no le alcanza el dinero para cubrir sus gastos esenciales.
El desequilibrio social existente ha sido y sigue siendo producto de la implementación de políticas en donde se abren panoramas beneficiosos para determinados sectores en detrimento de otros, entonces la brecha entre pobres (muy pobres) y ricos es cada vez más abismal.
Esta desaprensión en la que llama poderosamente la atención, la política es el arte de lo posible, pero debe ser bien interpretada por quienes la ejecutan y tienen en sus manos las herramientas necesarias para hacer crecer y desarrollar un pueblo. Esa deshumanización del político es la que soporta estoicamente el pueblo cuando percibe que existe soporte financiero para generar políticas que apunten a la reivindicación del ciudadano como persona y sin embargo solo se limita a desparramar monedas entre tantas manos clamorosas de, al menos, un pedazo de dignidad.
