Más adelante, la diputada puntualizó que “como herederos de una tradición eminente y antigua que nos hermana a las altas culturas del Ande, reconocemos en el poncho artesanal un signo de nuestro orgullo de pertenecer a un pueblo que callada y pacíficamente defendió su herencia cultural ante cualquier adversidad”.
Por último, subrayó que el poncho es un signo de esa íntima unión entre el hombre (mujer-varón) y la tierra; un signo de que las nuevas generaciones de catamarqueños hacen suyo el milenario arte textil, que se dio ancestralmente en este suelo y que se enriqueció con los sucesivos aportes de la tejeduría del siglo de oro español y de las labores que salieron de las manos de las mujeres inmigrantes italianas, griegas, árabes y hebreas que llegaron a estas tierras en los siglos XIX y XX.