El nuevo hombre fuerte de la política peninsular llegó al gobierno hace tres semanas tras desbancar al primer ministro Enrico Letta, también del PD, al alcanzar su designación a partir de acuerdo con la derecha del ex premier Silvio Berlusconi.
Letta deja un cuadro económico muy complejo: una caída del 10% del PBI en los últimos seis años, a lo que se suma una tasa de desempleo juvenil del 40%, una deuda pública equivalente al 130% del PBI y una reducción notable del producto per cápita del país.
Renzi cuya experiencia de gestión fundamental ha sido la alcaldía de Florencia que ocupó hasta convertirse en premier, manifestó un ambicioso plan de reformas antes incluso de asumir el Gobierno, pero el pasado miércoles avanzó un poco más en sus definiciones.
Los objetivos de reactivar la economía a través del impulso del consumo y de los sistemas de subsidios chocó, en los primeros días de su llegada al poder, con fuertes reticencias de Alemania y de Bruselas, una actitud que probablemente se haga más dura tras los últimos anuncios.
En un claro desafío hacia la Unión Europea (UE), Renzi delineó el miércoles un plan de recorte de impuestos, algo que Bruselas ha rechazado de plano por ir en contra de su política de austeridad, y de reformas al mercado laboral, una idea que sí sería apoyada por Berlín y la capital europea.
Durante su intervención, Renzi no precisó cómo hará para impedir que una disminución de los ingresos fiscales incremente el déficit público italiano, una exigencia fundamental de la UE.
El eje de su discurso fue que los italianos que ganan menos de 1.500 euros mensuales verán incrementados sus ingresos en unos 1.000 euros anuales por la disminución del impuesto a la renta salarial decidido por el Gobierno.
Renzi, quien preside un gabinete de coalición con representantes del PD, el Nuevo Centroderecha (NCD) y personalidades independientes, tiene como ministro de Economía a Pier Carlo Padoan, ex economista-jefe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), de tendencial ultraliberal.
Además, el nuevo gobierno anunció también una reducción del 10% en los aportes patronales a la Seguridad Social, lo que se financiaría con una imposición a las ganancias financieras, aunque sin afectar a los títulos públicos.
El plan de reforma laboral, que tenderá seguramente a una mayor precarización del trabajo, no ha sido definido, aunque es uno de los ejes de la "reactivación" propiciada por Renzi e instrumentada por Padoan.
El gobierno, agregó el premier, tambien abordará, hacia mediados de este, la puesta al día de los pagos atrasados del sector público al sector privado, por un monto aproximado de 68.000 millones de euros.
Al igual que en el caso de los recortes impositivos a los salarios, Renzi no precisó cómo se financiará el pago de las deudas atrasadas por parte del Estado.
Sin embargo, aseguró que Italia no superará, a pesar de estas medidas, un déficit fiscal del 3% del PBI, que es el límite impuesto por la Comisión Europea (CE).
Padoan, por su parte, afirmó que la crisis en la Eurozona ha finalizado, que la recuperación económica aún es débil y, en especial, que el plan de privatizaciones de Italia está vigente y seguirá adelante.
Algunos observadores han señalado, con perspicacia, que en la recaudación por los activos que se privatizarán está el misterio del origen de los fondos que permitirán que el Gobierno rebaje impuestos y mantenga subsidios a empresas sin aumentar el déficit.
El carácter emprendedor de Renzi, así como su promesa de emprender una reforma radical de la política y la economía de Italia, no logran ocultar, sin embargo, la falta de un programa claro ni el choque de alguna de sus medidas con la orientación de la UE.
Renzi parece estar buscando instrumentar una mixtura de intervención estatal a través del gasto público para impulsar el consumo, al tiempo que se plantea medidas de neto corte conservador como las privatizaciones y la reforma laboral.
La búsqueda de una superación de la crisis por medio de la expansión del gasto desagrada a Bruselas y, en especial, a los alemanes que aspiran ocupar espacios de la economía italiana tras la quiebra de sectores económicos locales a los que Renzi buscaría rescatar.
A la luz de los señalamientos efectuados el pasado jueves por el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, el nuevo premier italiano podría recibir un auxilio inesperado si la política monetaria de la Eurozona avanza hacia una mayor emisión para debilitar al euro y sostener la débil recuperación económica.
Fuente: Télam
