Para referirse al papel de la "Iglesia oficial" sobre la revuelta sindical, social, política y estudiantil que ocurrió el 29 de mayo de 1969 en Córdoba, Mariani prefirió invertir el orden cronológico y comenzar su relato desde 1983 cuando acababa de asumir la presidencia Raúl Alfonsín "después del largo y duro período de la dictadura militar que parecía eternizarse".
Recordó que en un diálogo que mantuvo con uno de los obispos auxiliares del entonces arzobispo de Córdoba, Francisco Primatesta, le preguntó cuál era su impresión sobre la recuperación de la democracia, teniendo en cuenta que recientemente había participado de la reunión del Episcopado Nacional, y que éste le respondió: "Ahora, con la democracia, es cuando comienzan los problemas para la Iglesia".
"Recuerdo este diálogo, porque además de maravillarme, espantarme, por lo que acababa de oír, creo que eso constituyó un flash iluminante de la posición de la Iglesia oficial argentina" con respecto al Cordobazo y otros acontecimientos que tuvieron como protagonistas a los golpes militares, analizó.
Agregó: "Ya habían transcurrido muchos años de la gesta liberadora del Cordobazo, pero esa expresión se trataba de la continuidad en una conducta que podríamos calificar como habitual: la simpatía y colaboración eclesiástica con los gobiernos fuertes, las dictaduras de derecha, así como el rechazo casi dogmático, a las de izquierda y a los gobiernos socialmente definidos en esa línea".
Luego el sacerdote reseñó el nacimiento del Cordobazo a partir de una serie de acontecimientos que tienen punto de partida el derrocamiento del gobierno del radical Arturo Illia, en junio de 1966, por parte de la autodenominada Revolución Argentina del general Juan Carlos Onganía.
"Onganía tenía el apoyo de la Iglesia oficial, y su primer intento fue anular el pensamiento purificando la Universidad, supresión de los derechos laborales trabajosamente preservados, encarcelamiento de dirigentes obreros y sindicalistas, división de la CGT -por los enfrentamientos entre los dirigentes Raimunfo Ongaro y Augusto Vandor- fue despertando la conciencia popular y los dirigentes, obedeciendo el mandato de las bases, decretan el paro general con movilización el 29 de Mayo", detalló Mariani.
En ese contexto, recordó que la Iglesia de Córdoba había introducido un elemento "sumamente irritante" para el clima que se vivía, como el de ordenar el desalojo de la capilla de Cristo obrero, tomada por el movimiento estudiantil, que culmina con el asesinato de Santiago Pampillón.
A ese cuadro se sumaron otras muertes ocasionadas por la represión policial en Corrientes, Rosario y otros lugares de un país en que iba creciendo la indignación popular.
Así estalló el Cordobazo con una amplitud de sectores movilizados, "incluso la clase media desde los balcones de la Avda. Olmos arrojaba lluvias de papeles animando la marea de gente de todas las clases y edades que inundaba las calles", recordó.
"El triste papel de la Iglesia oficial se redujo a usar los medios oficiales para rechazar la violencia y llamar a tranquilidad. De distintos modos y con diversas sanciones se amonestó a los sacerdotes que habían tenido participación en los hechos o relaciones con sus protagonistas", precisó.
Y añadió: "Afortunadamente ya estaba presente, y con mucha fuerza, la otra Iglesia, la del Vaticano II, la Populorum progressio, Medellín, el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y el Cordobazo para producir un cambio inmediato para sembrar nuevamente la democracia".
Después la democracia fue "desalojada nuevamente por la inoculación permanente, en la sociedad, del veneno que segrega un sistema socialmente injusto, pero que continúa su marcha alentadora con un pueblo de pie como en la pueblada" del Cordobazo", concluyó Mariani.
El sacerdote cordobés fue partícipe de un documento que emitió el ´movimiento tercermundista´ en el que calificó al Cordobazo como "una respuesta violenta a la violencia de guante blanco institucionalizada y como el más popular de los acontecimientos revolucionarios de los últimos tiempos".
Cuando ocurrió el Cordobazo, Mariani era párroco en la ciudad de Córdoba y convivía con tres seminaristas que hacían experiencia parroquial y participaron de esa manifestación, mientras él ´merodeaba´ en los alrededores para seguir de cerca los hechos.
Fuente: Télam
