Para cumplir con las tareas de campo que requiere esta actividad, el gobierno de la provincia contrató a un laboratorista y tres profesionales monitores especialistas en el tratamiento del complejo que afecta a distintos cultivos y provoca un fuerte impacto en la economía de los productores. La tarea del laboratorista consiste en identificar a los adultos y las larvas de las moscas. Cuando se habla de “mosca de los frutos”, en realidad se hace referencia principalmente a la “mosca del Mediterráneo” y “mosca sudamericana”.
En total, se han establecido 42 centros ubicados de la siguiente manera: 22 en Tinogasta (vid), 11 en Capayán (cítricos), 5 en Santa Rosa (cítricos), 2 en Valle Viejo (cítricos), uno en Fray Mamerto Esquiú (cítricos) y el restante en Ambato (frutales de carozo y pepita).
También se adquirieron las trampas y atrayentes aceptados internacionalmente para llevar a cabo el trampeo de los adultos de moscas. Las trampas o mosqueros que se están empleando se denominan Jackson y McPhail, la cual es sumamente llamativa, por lo que se solicita a la población en general brindarles cuidado, evitando su rotura o hurto.
El objetivo del monitoreo es conocer cuáles son las especies de moscas presentes, cantidad de ejemplares y variación de la población a lo largo del año. Tras el primer año de monitoreo, y según los resultados que se obtengan, las autoridades fitosanitarias tomarán la decisión de iniciar medidas de control.
Las moscas de los frutos constituyen uno de los problemas fitosanitarios más importantes a nivel mundial: producen un daño directo a la producción que, en algunos casos, puede llegar a ser de un 100 por ciento de las pérdidas. El daño indirecto –tal vez el más importante- se debe a que existen severas restricciones para ingresar a mercados nacionales e internacionales, solamente por la presencia de la plaga.