Al margen del desenlace final al que se llegue, en este caso es probable que, más allá del revuelo informativo, sólo se esté ante una nueva manifestación de las tendencias que actualmente gobiernan la economía y el campo argentino. ¿Por qué entonces la agitación? Dos componentes son clave. El primero reside en que una cooperativa emblemática puede pasar a manos del capital financiero. El segundo es el carácter "extranjero" de este capital.
Sobre el primer punto, algunas voces críticas de los socios tamberos sostienen que al interior del circuito lechero SanCor hace tiempo que dejó de comportarse como una cooperativa y que su funcionamiento no se distinguía ya del de las restantes usinas lácteas. "SanCor también hizo de los precios pagados a los productores primarios la variable de ajuste de su estructura de costos", reconoció a Cash un productor lechero dirigente de Coninagro. Desde la gerencia de la firma se defienden: "Nosotros somos una gran empresa que compite contra grandes empresas y no podemos descuidar nuestros costos". Así, la culpa no estaría en la pérdida de los viejos principios, sino en la implacabilidad de las reglas del mercado. El esquema no es novedoso; cualquiera sea el complejo agroindustrial que se ponga bajo la lupa, en la Argentina y en casi todo el mundo las relaciones se repiten: un puñado de firmas que controlan un conjunto de activos estratégicos tienen un comportamiento oligopsónico con sus proveedores.
¿Pero por qué entonces las firmas lácteas tienen problemas financieros? Según las noticias de esta semana, las dificultades no son sólo de SanCor. Otra grande, La Serenísima, anunció que pospondría pagos de intereses. Las preguntas siguen. ¿Por qué tienen problemas las lácteas si sus proveedores se quejan de que les pagan poco y, del otro lado, las ventas y las exportaciones no dejan de crecer? Desde el campo empresario aseguran que la culpa debe buscarse en la interferencia estatal, sea por retenciones o control de precios. La respuesta parece no ser unívoca, pero puede agregarse otra pregunta. ¿Por qué el capital internacional invertiría en un sector presuntamente deficitario?
Queda el segundo punto clave: la extranjerización de las empresas locales. El dato tampoco es nuevo y fue confirmado por las estadísticas del Indec. Simplificando cifras, el 80 por ciento de las 100 empresas que se ubicaban en la parte más alta del ranking de facturación a fines de los años ´80 eran nacionales, el resto extranjeras. Avanzada la primera década del nuevo siglo, la proporción se revirtió de manera simétrica. El 80 por ciento son extranjeras. La economía argentina ya no es conducida por el capital nacional. En el caso del agro, los nuevos actores son, entre otros, las megaempresas agrarias creadas en buena medida por capitales extranjeros, las multinacionales biotecnológicas, los fusionados frigoríficos de origen estadounidense y brasileño, y las también multinacionales de la alimentación asociadas al capital supermercadista. El muy probable fin de SanCor como firma cooperativa parece ser otra posta en el camino.(CampoNOVA.com)